Una sucesión de golpes y 'tequieros'
"Era una chica muy guapa, muy cariñosa. El amor la perdió", repetía Mary, la tía de Nairobys Alcántara el 20 de junio en Fuenlabrada (Madrid). Aquella misma mañana, temprano, a las siete, su pareja, Carlos Leonel Pereira, la había asesinado a puñaladas.
Una amiga común presentó a Nairobys (21 años, República Dominicana) y Carlos (24 años, Bolivia) en 2006. En verano comenzaron a salir juntos y en dos meses la joven se quedó embarazada. Se instalaron en una habitación en casa de los padres de él. La relación estuvo marcada por los continuos altibajos, las palizas y los ataques de ira de Carlos. Nairobys intentaba escapar, pero le faltaban las fuerzas. "Él no la dejaba ver a sus amigos, ni casi a su familia. Sólo quería que estuviese con él: la recluyó en su mundo", relataban los familiares de la mujer.
"Él no la dejaba ver a sus amigos, ni casi a su familia: la recluyó en su mundo"
Denunció a Carlos después de una última agresión en los primeros meses de 2007. El juzgado decretó una orden de alejamiento, pero, cinco meses después, Nairobys retiró la denuncia y se anuló la orden de protección. Todo había cambiado, le repetía feliz a sus tías: Carlos era otro, todo sería diferente, no le pegaría más.
Su madre no se lo creía, por eso regresó de pasar una temporada en República Dominicana junto a los hermanos de Nairobys y su padre, mecánico, para alejar a su hija del agresor. Ya sabía que la vida de Nairobys había vuelto a ser la de siempre: una sucesión de golpes y te quieros. La situación era más difícil que nunca, porque para llevarse a su hija de dos años ella necesitaba la autorización de su pareja.
El 20 de junio, unos días antes de comenzar un nuevo trabajo como niñera, una discusión terminó con Carlos huyendo por las escaleras y una llamada de Nairobys a la policía: "Me estoy muriendo". Carlos fue arrestado ocho horas después, mientras caminaba hacia la comisaría para entregarse. Acababa de dejar huérfana a la hija de ambos, Jennifer. "Sólo tiene dos años y aunque le digamos que mamá está en el cielo, le da igual", recordaba un familiar de Nairobys tras su muerte. "Sólo quiere que su madre le cambie el pañal todos los días".

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