¿Un sumidero global?

Los primeros ensayos con la peridotita como sumidero de dióxido de carbono serán probablemente locales. Las nuevas plantas energéticas del Sultanato de Omán, que producen electricidad quemando el abundante gas natural del país, son una fuente emergente de CO2, y podrán enterrar parte de esas emisiones en los yacimientos de peridotita de su propio desierto.
Pero la posibilidad de inyectar agua marina en profundidad para retirar el CO2 atmosférico, aunque de un carácter más especulativo por el momento, abre itinerarios que pueden resultar relevantes para la gestión global de los gases de efecto invernadero. "El CO2 sería capturado de las aguas superficiales gracias a la reacción con la peridotita", explica Peter Kelemen. "A su vez, las aguas superficiales mantienen un equilibrio con la atmósfera; en este sistema", reconoce el científico, "la absorción del dióxido de carbono por kilo de peridotita sería más lenta que en las aplicaciones locales", en las que las emisiones son capturadas directamente de las factorías.
Pero Kelemen también se apresura a destacar su gran ventaja: "La atmósfera transporta el dióxido de carbono por todo el mundo, y sin cobrar nada". El calor geotérmico que alimentaría el ciclo del agua marina dentro y fuera de la peridotita también saldría gratis. "Y las altas temperaturas de las profundidades terrestres aumentarían el rendimiento de la reacción entre el CO2
y la peridotita", añade el geólogo de la Universidad de Columbia.
Kelemen admite que la peridotita como sumidero global es una opción más especulativa que su uso local, pero cree que a la larga tendrá más potencial. "Aun sin tener que transportar la roca, la captura de CO2
en las propias plantas energéticas sigue saliendo cara, en términos económicos y energéticos". Es decir, que no sólo absorbe CO2, sino que también lo emite.
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