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Reportaje:

El tesoro común de los polos

Los científicos destapan secretos de la fauna marina del Ártico y el Antártico

Los dos océanos polares, el Ártico y el Antártico, comparten al menos 235 especies animales marinas de aguas frías, a pesar de estar separados por 11.000 kilómetros, según detallan expediciones del Año Polar Internacional (2007-2008). Ésta es sólo la punta del iceberg, ya que quedan muchas especies por descubrir y catalogar. Sin embargo, el océano no es una foto fija. Mientras siguen los estudios del macroproyecto Censo de la Vida Marina, se están produciendo cambios en los océanos polares debidos al calentamiento del agua.

"La lista de especies compartidas no está completa, pero incluye tanto ballenas como gusanos", comentó a este periódico Bodil Bluhm, científica alemana de la Universidad de Alaska. "Han comenzado los estudios moleculares para comprobar si son especies idénticas en el sur y en el norte o si sólo son parecidas y han evolucionado de forma separada". En total, se conocen 7.500 especies animales en el Antártico y 5.500 en el Artico, de un total estimado en más de 230.000.

El incipiente cambio climático está ya produciendo la extensión del hábitat de algunas especies de agua templada hacia el norte y el sur (hasta 500 kilómetros), y también la migración de otras que huyen del calentamiento de su hábitat, comentó Bluhm. Una de ellas es el caracol de agua fría, un gasterópodo. "Aunque el Ártico esté cada vez más libre de hielo en verano, estas acumulaciones van a permanecer mucho tiempo y queremos estudiar su potencial como refugio de la vida marina que está presente en la columna de agua hasta bastante profundidad".

El calentamiento es también la causa de que se desintegrara la plataforma de hielo Larsen en la Antártida hace pocos años. El científico mexicano Enrique Isla, que trabaja en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC en Barcelona, explica que antes esa zona era casi un desierto biológico y ahora empieza a haber abundancia de especies bentónicas, como holoturias y asirias. En la Antártida, la vida gira alrededor de las esponjas silíceas, que la esctructuran.

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