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Reportaje:vida&artes

¿La tradición por encima de todo?

Los encierros siempre fueron peligrosos, pero la masificación eleva el riesgo - Los 'sanfermines' no revisan sus reglas pese al muerto y los cuatro heridos graves de este año

Francesco Manetto

Miedo, tensión, sentimiento de superación. Pero también una extraña tranquilidad cuando se acerca el toro. Olores penetrantes. Sensaciones primarias y ancestrales. Y, a veces, dolor. Así dicen vivir los sanfermines varios corredores de los encierros de Pamplona. La intensidad de la experiencia entraña unos riesgos intrínsecos que los más expertos aseguran conocer y asumir. Pero la muerte el viernes pasado de Daniel Jimeno Romero, de 27 años, ha vuelto a abrir el debate sobre la seguridad en este tipo de espectáculos taurinos.

El fallecido, corredor serio natural de Alcalá de Henares (Madrid), fue empitonado en el cuello, mientras corría en el tramo de la Telefónica, por Capuchino, un toro de 515 kilos. El cuerno le afectó el pulmón izquierdo y la aorta. Antes de las nueve de la mañana fallecía en el hospital Virgen del Camino. El domingo, los miuras provocaron 11 heridos en el sexto encierro. Un toro que quedó descolgado hirió de gravedad a dos hombres, de 56 y 44 años. Ayer, último día de los festejos, se hizo el primer balance: el hospital de Navarra y el hospital Virgen del Camino atendieron -además de a Daniel Jimeno- a 47 heridos en los encierros, de los que 10 sufrieron lesiones por asta de toro y 14 fueron ingresados. Nada extraño, según las estadísticas. Las cifras se encuadran en la media de los últimos años.

Desde 1922 ha habido 15 muertos, y este año, 14 ingresos hospitalarios
"Es sentirse vivo, vivir algo único", dice un corredor experimentado
Unas 500 personas se encargan de la seguridad durante los encierros
"Hay riesgos y tenemos que minimizarlos", dice el Ayuntamiento

El viernes, sin embargo, la ciudad vivió una tragedia, igual que en los sanfermines de 2003 y como ocurrió otras 14 veces desde que se empezara el registro de datos de los encierros, en 1922. El Ayuntamiento de Pamplona hizo un llamamiento apelando a la responsabilidad y recordando los riesgos de las carreras, pero al día siguiente continuaron los encierros. En este sentido, las fiestas de Pamplona, que atraen cada año a centenares de miles de aficionados, son doblemente polémicas, porque a los argumentos clásicos de los antitaurinos se suman los de quienes cuestionan las medidas de seguridad, la masificación y, a veces, la esencia misma de los encierros, el peligro.

"Estamos hablando de toros. El riesgo siempre existe. Lo que hacemos es intentar minimizarlo", asegura Ana Elizalde, concejal del área de Seguridad del Ayuntamiento de Pamplona. Los corredores consultados coinciden a este respecto en que la organización es lo que mejor funciona de la ciudad. "Si hay algo que se organiza bien en Pamplona es la seguridad", defiende Julen Madina. Este corredor con más de 30 años de experiencia que suele correr el tramo final de Estafeta sufrió en 2004 cinco cornadas a la entrada del callejón de la plaza de toros. Después de pasar por el quirófano prometió que volvería a correr. Mantuvo su compromiso, año tras año, y ayer su voz rezumaba satisfacción: "En una sociedad que quiere controlar lo que bebo y lo que fumo, sólo pido que se me deje tener emociones. Quiero sentirme vivo". "Ha ocurrido una tragedia este año, pero podría haber pasado hace dos o cuatro. Podemos asumir otros yendo de vacaciones, por ejemplo, en coche a Valencia en un puente. Estadísticamente, la probabilidad de sufrir un accidente es altísima", añade. Cada fin de semana mueren en las carreteras españolas alrededor de 20 personas en accidentes de tráfico.

Otros, sin embargo, no admiten este tipo de comparaciones. Lo que molesta incluso a algunos pamploneses es la falta de espíritu autocrítico. "Habría que hacer campaña recordando el valor de no correr", propone el dibujante Jesús Zulet, lo que ciertamente puede resultar muy difícil en un ambiente festivo. La semana pasada, tras la muerte de Daniel Jimeno, abandonó unos momentos su habitual medio de expresión y escribió en su blog una entrada "en contra de los encierros". Para expresar que, al final, el hombre está por encima del toro y que la solución de este problema sólo queda en manos del hombre.

Zulet, que coincide con la tesis antropológica según la cual este tipo de espectáculos es una especie de ritual de iniciación, plantea además otra cuestión: estos espectáculos están "en el mismo nivel de catarsis". ¿Qué pasaría, pues, si se le arrebatara a la sociedad este tipo de catarsis colectiva? El debate está abierto, y en ello intervienen también las asociaciones en defensa de los animales, que piden la supresión de los encierros.

Como todos los años desde hace ocho, el pasado día 5 las asociaciones PETA y Anima Naturalis se concentraron en la plaza del Ayuntamiento de Pamplona para protestar contra la crueldad de los encierros y las corridas de San Fermín. Centenares de personas de distintas partes de España y del resto de Europa se tiñeron el cuerpo de pintura roja para imitar la sangre y simularon clavarse numerosas banderillas en sus espaldas. Además, según señala Jonathan Torralba, director de Anima Naturalis en España, los animales sufren maltrato psicológico y físico. "Sufren golpes y fracturas al caer", denuncia. "En Pamplona", añade, "hay una cultura mucho más digna de ser alabada que la tortura de los toros". En su opinión, "lo que hay detrás de los encierros es un gran negocio".

Los sanfermines, en realidad, atraen cada año a Pamplona a centenares de miles de visitantes de medio mundo. Diálogos sobre los peligros de los encierros se incluyen en manuales de español para extranjeros al menos desde que Ernest Hemingway popularizara estas fiestas en el mundo anglosajón.

Incluso hay algunos participantes que convierten los festejos en una oportunidad de negocio. Julen Madina, por ejemplo, organiza cursillos para aprender a correr en los encierros. Porque todos admiten que los peligros acechan y pueden afectar incluso a los corredores más experimentados, entre los que también hay varios extranjeros. No es cierto, por ejemplo, que los foráneos sean siempre los más atrevidos o peores corredores que los pamploneses o que hayan sufrido más percances. Desde 1922, los corneados extranjeros representan un 30% de los corredores. "¿De dónde son los afectados de este año?", se pregunta Madina.

"Yo empecé joven. Mi padre corría, mi abuelo corría", explica Jokin Zuasti, con más de 30 años de sanfermines a sus espaldas. "Lo que está claro", dice, "es que no es raro que pueda pasar algo". Para evitar que las consecuencias de las embestidas resulten aún más graves, más de cien sanitarios trabajan a pie de encierro. Lo recuerda José Aldaba, de Cruz Roja. "Trabajamos unas 120 personas entres médicos, enfermeras, socorristas u operadores de radio" para trasladar los datos vía PDA a otros servicios de emergencias. Este dispositivo se pone en marcha alrededor de las 6.30. "La mayoría de las veces se trata de heridas y golpe y básicamente hacemos unas curas".

El número de atenciones, relata Aldaba, no varía mucho de año en año. "La cuestión es que puede haber carreras más tranquilas o años más tranquilos en los que se produzca una tragedia como la de la semana pasada. El problema actual del encierro es la masificación, sobre todo durante el fin de semana, cuando puede afectar también a los corredores de verdad, impidiéndoles hacer carreras más bonitas o incluso poniéndoles en peligro".

La masificación es una consecuencia del éxito del encierro, coinciden tanto Zuasti como Madina. "Se podría decir que los sanfermines están enfermos de éxito", prosigue Madina. Pero no en las fiestas donde los corredores han observado variaciones en los últimos años. "Lo que ha cambiado tal vez es la percepción de los encierros en la calle. Se convierte en un tema mediático y en el centro de debates a menudo vacíos. El problema es que cuando pase el 15 de julio todos, lamentablemente, se van a olvidar de esto", comenta antes de intentar describir la sensación de correr: "Es algo un poco indescriptible. Significa sentirse vivo, vivir algo único. ¿Cómo puedo describir lo que siento cuando estoy enamorado? Sólo sé que en ese momento no me cambio ni me cambiaría por nadie en el mundo. Llevo 30 años enganchado, pero no me puedo desenganchar".

Un aspecto irracional es parte integrante de estos festejos. Porque se trata de correr un peligro en principio sin ninguna utilidad aparente y, que, sin embargo, es un rasgo que también caracterizan otras actividades o deportes. Hace cuatro años, en un reportaje de Javier Martín publicado en EL PAÍS, Atanasio, uno de los grandes corredores de la historia, declaraba: "Es un riesgo gratuito, como el del alpinista, sin utilidad". Y no le da más importancia: "No saquemos las cosas de quicio; siempre son las mismas calles y los mismos animales. La gente ha corrido sin darle mayor importancia. Ahora están las teles y hay más gente y, en general, más nivel; pero, al final, correr es como estudiar: estudian muchos y saben pocos".

Para ayudar a todo el mundo a superar el examen, el Ayuntamiento de Pamplona coordina un equipo de unas 500 personas que, durante dos minutos y medio, se encarga de la seguridad del encierro. Policía foral, municipal o encargados de la limpieza que, además, según Ana Elizalde, se reúnen en grupos de 40 todos los días, entre el 7 y el 14 de julio, para analizar los encierros e intentar mejorar las carreras del día siguiente.

Y es que hasta hace unos pocos años toros y mozos corrían en calles con aceras. En la curva de Mercaderes, además, se echa un líquido antideslizante para evitar resbalones, mientras que en el callejón se han abierto troneras para evitar que se formen piñas. Se trata de un tipo de actuaciones que ya se realizaban en los años cuarenta. Desde entonces, cuando un toro partió el vallado y se fugó por las calles, existe el doble vallado y además con tablones forrados de hierro.

Pero, ¿los peligros sólo acechan en Pamplona y en sanfermines o también los otros encierros acarrean riesgos? Luis Barbado es pamplonés y trabaja en San Sebastián de los Reyes, donde la última semana de agosto se celebran los conocidos encierros. Pertenece a la asociación cultural El Encierro de la localidad madrileña. "La diferencia tal vez esté en el tipo de corredores", comenta. "En ambos casos la organización es muy profesional, aunque no perfecta. De todas formas, Pamplona suele exigir unos toros muy grandes y a la ciudad acude una multitud atraída por unos encierros muy populares". Estas premisas, acompañadas de una mayor cantidad de cámaras de televisión, junto con las palabras juventud, transgresión y vanidad podrían acarrear más riesgos.

En cualquier caso, Barbado recuerda que los momentos de mayor peligro se suelen producir cuando un toro se queda rezagado con respecto a la manada. Porque los organizadores son los primeros en querer que todo salga bien. Por eso, por ejemplo, tras los lamentables accidentes ocurridos a raíz del tapón que se produjo en la plaza de toros de Sanse durante los encierros de 2005 -produjo más de sesenta heridos- se instalaron unas talanqueras de evacuación para evitar que se repitan los choques de mozos.

Cinco lustros de estadísticas

- La Universidad Pública de Navarra y el portal Sanfermin.com han elaborado un análisis estadístico de los 207 encierros celebrados a partir 1980. Existen algunos factores que inciden de forma significativa en el número de percances.

- La mayor afluencia de visitantes o turistas en fin de semana incide de forma destacada en los accidentes que se registran en el encierro. Así, se puede comprobar cómo el lunes es el día con una media más elevada de heridos por asta. Esto no se debe tanto al día en sí, sino a que en esta jornada se han incluido algunas de las ganaderías más complicadas (Torrestrella, Jandilla, Cebada Gago...). En cualquier caso, el día con una media de percances más alta es el sábado.

- En los 207 encierros analizados entre 1980 y 2005, la edad media de los heridos por asta de toro es de 29,9 años, mientras que la de trasladados a hospitales es de 28,7 años. Las edades de los heridos por asta de toro van desde los 16 hasta los 70 años, aunque la mitad de ellos es mayor de 27 años. En el caso de los hospitalizados, la edad va desde los 14 hasta los 69 años, siendo la mitad de ellos mayores de 26 años.

- En los 207 encierros del periodo analizado, el 29,4% de los heridos por asta eran extranjeros.

- La duración media de los encierros es de 3,4 minutos. El más largo del que se tiene constancia duró 11,5 minutos.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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