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Un virus mata miles de carpas en el embalse de Buendía

Miles de carpas de gran tamaño han aparecido muertas a causa de un virus, flotando sobre las aguas del embalse de Buendía, en el curso del Guadiela, poco antes de desembocar en el alto Tajo, en la provincia de Cuenca. De este embalse (1.639 millones de metros cúbicos) y del vecino Entrepeñas (835 millones) parte, a través de otro en Bolarque, el trasvase Tajo-Segura que abastece a más de dos millones de personas. Desde que se denunció el caso, la investigación corre a cargo del Servicio de Protección a la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona). Ante las sospechas de posibles vertidos tóxicos, la Confederación Hidrográfica del Tajo efectuó diversos análisis del agua y descarta tal posibilidad. El propio Seprona excluye la vinculación del fenómeno a algún tipo de hecho delictivo, según un portavoz.

Hasta ahora se han retirado 3.000 kilos de carpas muertas y se calcula que habrá que retirar entre 7.000 y 9.000 más. Según los análisis de la Confederación, la mortandad se atribuye a un virus que ataca con éxito a la carpa cuando queda debilitada por el desove y por las fuertes oscilaciones de la temperatura del agua, provocadas por las tormentas y los bruscos cambios meteorológicos. El fenómeno suele ser recurrente y se ensaña con las especies importadas, como es el caso de la carpa adulta, que es originaria del continente asiático.

La enfermedad es incurable y sus manifestaciones sintomáticas son la aparición de úlceras en la piel, la congestión de los vasos sanguíneos en la vejiga y la desorbitación de las pupilas, según ha precisado Ignacio Doadrio, ictiólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Lo raro de este fenómeno es que, tratándose de un proceso vírico, sólo haya afectado a las carpas y no a otras especies importadas, como los lucios.

La muerte masiva de peces en los embalses se suele producir entre los meses de julio y agosto, precisa Doadrio. La elevación de las temperaturas en verano y el consiguiente descenso de las aguas facilitan el desarrollo de plantas acuáticas que acaparan el oxígeno y asfixian a los peces.

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