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Ordenadores diminutos que ayudan, informan y entretienen

Para su tesis doctoral, Rafael Ballagas trabajó con otros estudiantes en la construcción de una varita mágica que hiciera de guía turística por Regensburgo, Alemania. Los turistas podrían pasearse por la ciudad, agitar la varita para "lanzar un hechizo" y oír una voz que les contara la historia del lugar en el que se encontraran.

Parece magia, pero la verdad es un poco más mundana. La varita no es más que un teléfono móvil, señala Ballagas. "Está en una carcasa. Tiene una piel", explica.

El móvil va controlando el camino que siguen los turistas y les notifica que se están acercando a una zona de Regensburgo digna de mención. Cuando los turistas terminan el recorrido, el móvil les hace un resumen del viaje con información sobre cada parada del camino.

Los diseñadores de ordenadores están trabajando para desarrollar más este tipo de magia insertando los últimos chips en sitios nuevos y dándoles nuevos poderes.

El objetivo es que los ordenadores sean prácticamente invisibles para la gente y que estén aún más integrados en sus vidas.

El proyecto de Ballagas es un paso más en este camino; quizás por eso lo haya contratado Nokia para trabajar en su laboratorio de investigación de Palo Alto, California.

Pero en el futuro, los chips de los ordenadores estarán en las casas, en lugares todavía más extraños que unas varitas mágicas.

Imagínense un paraguas con un móvil insertado en el mango: podría reproducir la predicción meteorológica del día y el mango ponerse verde si el pronóstico es bueno. Pero si se estuviera acercando una tormenta podría empezar a ponerse rojo a un ritmo basado en la probabilidad de que fuera a llover.

Un programa como éste crea nuevos modelos de negocios y oportunidades para el mundo de la publicidad.

El paraguas podría ser gratis (si están dispuestos a permitir que les susurre ofertas de publicidad al oído: "¿Te acuerdas de ese café de vainilla, pimiento y frambuesa que te gusta? La tienda por la que has pasado acaba de sacar una hornada

del asador").

Leah Buechley es una investigadora posdoctoral del Craft Technology Group en la Universidad de Colorado, en Boulder, que estudia las aplicaciones del software en la artesanía tradicional. Está vendiendo el LilyPad Arduino, un disco pequeño con forma de flor y con un chip informático en el centro, que se puede coser a la ropa. Luego se pueden conectar sensores como acelerómetros ?para medir la aceleración o detectar y medir las vibraciones? y detectores de luz a los "pétalos" mediante cables para que el chip pueda seguir el movimiento del que lo lleva.

La placa base cuesta cerca de 6,30 euros y en cuanto a los accesorios, el precio del LED tricolor ronda los 5 euros y el del acelerómetro, los 15,70 (sparkfun.com).

Buechley explica que la placa base se puede llevar como los ordenadores blandos, "de forma que no invadan y sin cargar con mucho peso". Una bailarina utilizaba un leotardo lleno de sensores para sincronizar un piano automático con sus movimientos: no era necesario pagar a un pianista para que siguiera el ritmo. Aunque hay muchas oportunidades abiertas a la diversión, Buechley asegura que el mercado de verdad podría estar en los aparatos que ayudan a las personas mayores. Está explorando cómo confeccionar ropa que controle el ritmo cardíaco, la respiración y el movimiento de las articulaciones de las personas.

En el Digital Health Group de Intel Corporation, Eric Dishman, director de investigación e innovación, afirma haber visto muchas oportunidades para fabricar ordenadores incorporados que podrían ayudar a la gente. "Las personas con alzhéimer dejan de responder al teléfono y al telefonillo", explica. "Da mucha vergüenza no saber diferenciar a un extraño del cónyuge en el portal".

Así que Intel construyó un teléfono con "identificación de llamada por esteroides". Cuando alguien llama, el teléfono parpadea con "una imagen de la persona y una frase corta sobre lo último de lo que se ha hablado con ella". Esto suele bastar para entablar una conversación y hacer que la gente siga en contacto con sus familiares y amigos.

Otros ejemplos de sensores y pantallas que se integran en campos inesperados incluyen el sistema PhyTalk de Phytech, una compañía israelí. Utiliza sensores que se ponen en los árboles frutales o en otros cultivos para dar información a los agricultores. Un sensor supervisa cambios ínfimos en el diámetro del pedúnculo, mientras que otro va controlando la talla y el tamaño de la fruta.

Avi Lulu, el consejero delegado de la compañía, afirma que el sistema podría reducir los costes de irrigación y aumentar los beneficios. "No estamos irrigando lo que creemos que las plantas necesitan, sino lo que necesitan de verdad", señala.

A algunos amantes de las plantas podría interesarles Botanicalls, un proyecto más simple desarrollado por el programa de telecomunicaciones interactivas de la Universidad de Nueva York. El dispositivo mide la humedad de la tierra y le envía un mensaje al dueño cuando está demasiado seca. Y cuando la planta recibe agua, manda también una nota de agradecimiento.

Esto podría ser de utilidad, pero no es difícil darse cuenta de cómo los chips informáticos, si se vuelven demasiado comunes, pueden llegar a banalizarse.

Tom Igoe, que dirige la computación física para el programa de la Universidad de Nueva York, comenta que sus alumnos están empezando a pensar desde una perspectiva crítica si incorporar la informática vale siempre la pena.

"Es como un niño que está en una tienda de caramelos", explica. "Empiezas a discriminar. Cuando puedes coger de todo, empiezas a ponerte malo y comes sólo cuando te apetece".

Los costes son un factor, reconoce. La posible pérdida de la intimidad es otro. Y tanta potencia informática puede terminar con una acumulación incesante de datos.

Señala que el objetivo último al incorporar la informática "no es la comunicación, sino la calidad de vida que da la comunicación". Igoe nos pone un ejemplo: el Toyota Prius, un híbrido eléctrico, y otros coches nuevos informan al conductor del consumo de combustible.

Siempre que se pueda ayudar a la gente a "medir cómo están haciendo algo, pueden cambiar la forma que tienen de hacerlo", afirma. Se convierte en un videojuego viviente, pero uno que tiene un objetivo.

El traje de Nicole Predky cuenta con sensores que le permiten controlar su música de baile
El traje de Nicole Predky cuenta con sensores que le permiten controlar su música de baileKEVIN MOLONEY PARA THE NEW YORK TIMES

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