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Columna
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El 99%

El 99% de los españoles confiesa haberse marchado alguna vez sin pagar de alguna parte. Desde que veo este anuncio en la televisión, por más que sepa que es sólo un anuncio y que la citada encuesta no ha existido nunca, miro a mi alrededor, recuerdo los titulares de los periódicos, y siento un escalofrío. Estoy segura de que los españoles que pagamos escrupulosamente nuestras cuentas representamos mucho más del 1% del total, pero me pregunto si otros publicistas, en otros países del mundo, se atreverían a presentar, y lograrían vender, una campaña con este eslogan.

No se trata ya de la corrupción, sino de la tolerancia de la corrupción, y ni siquiera eso, más bien de la asombrosa empatía que la corrupción provoca en muchos españoles, a quienes les resulta más fácil ponerse en el lugar de un corrupto que en el de un héroe, o incluso confundirlo con él. Quizás por eso, el embrollo valenciano ha recibido en muchos medios de comunicación un tratamiento tan frívolo. Cámaras y micrófonos han estado más pendientes de captar pequeños detalles morbosos, un sonrojo, unas lagrimitas, el corte de una americana, una frente perlada de sudor, que de informar acerca de la financiación ilegal de una organización que aspira a gobernar este país.

La reacción del resto de los partidos no me ha parecido mucho más consistente. Sobran palabras, ingenio, codazos y malevolencia, pero, como de costumbre, faltan análisis, diagnósticos y propuestas de transparencia, medidas concretas para evitar que este escándalo se reproduzca. Da la sensación de que nadie, en ningún partido, se siente tan seguro como para tirar la primera piedra, y eso es lo mismo que admitir que España se asienta sobre un inmenso agujero negro. Cuando se lo trague todo, el 99% de los españoles tal vez sigan creyendo que eso era hacer política.

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