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Entrevista:DESAYUNO CON... SURAYA PAKZAD

"Alguien tiene que arriesgar su vida por la libertad"

Fernando Peinado

El pañuelo que cubre la cabeza de Suraya Pakzad lleva ya un rato sobre sus hombros pero ella no se preocupa por devolverlo a su sitio. Este descuido, mientras desayuna con un periodista occidental, habría supuesto todo un desafío en Afganistán. Hace una década que esta activista de 38 años recibe amenazas de muerte; desde que abrió en su casa una escuela secreta para niñas cuando la educación para mujeres estaba prohibida por los talibanes. "Cada vez que viajo a Europa o Estados Unidos invitada por alguna ONG o Gobierno y veo la libertad que se disfruta pienso que en el pasado alguien tuvo que poner su vida en riesgo para conseguirla".

Pakzad desayuna una tostada con mantequilla y mermelada en el restaurante del hotel madrileño en que se aloja, antes de participar en un seminario organizado por la Fundación Ortega y Gasset. A unos 6.000 kilómetros de su casa de Herat, la tercera ciudad del país pero una de las más conservadoras, está a salvo de los extremistas que la quieren asesinar por empeñarse en que las afganas dejen de ser tratadas como ciudadanas de segunda. Sin embargo, sus seis hijos, de entre seis y 23 años, siguen al alcance de sus enemigos. "Mi mayor gasto en estos sitios tan preciosos que visito no son los regalos para mi familia, sino las llamadas internacionales para asegurarme de que están a salvo".

Los talibanes la han colocado en su diana por defender a las mujeres afganas

En Afganistán, donde ha creado una red de refugios para víctimas del maltrato, es una de las mujeres más conocidas. Este año ha sido nombrada por el semanario Time una de las 100 personas más influyentes del mundo. Está ilusionada con su nuevo proyecto financiado por EE UU: cuatro centros de formación en liderazgo. Las afganas necesitan este tipo de títulos para acceder a los altos cargos en la Administración. "En mi país hay muy pocas mujeres en puestos de responsabilidad. Espero que en dos años se hayan graduado 500 mujeres".

Para ella es suficiente recompensa por su sacrificio. "Recibo llamadas que me aterrorizan", asegura. "Me dicen: sabemos que has cambiado las cortinas de tu casa, o cuántas veces has estrechado la mano de extranjeros, aunque me dan la oportunidad de que cierre mis centros". Cuatro destacadas activistas afganas han sido asesinadas en los últimos años.

"Cada día cambio de coche, de horarios, de camino para ir a la oficina", dice resignada. "Echo de menos ser una persona normal. Me gustaría ir de compras por las calles de Herat de la mano de mis niños. A veces voy a un centro comercial que tiene más medidas de seguridad, pero es más caro".

Pakzad se considera muy afortunada por tener el apoyo de su marido. Se casó con 14 años por imposición de su familia. "Es un hombre abierto de mente que cree en los derechos de las mujeres. Hay otros matrimonios felices en Afganistán, pero muchos lo son sólo en privado porque los hombres no quieren que sus esposas participen en actividades sociales", dice antes de apurar su té. "Ahora, mientras estoy aquí, él se ha quedado a cargo de los niños".

Se despide, dando la mano y esbozando una sonrisa afectuosa.Dice que no piensa huir de Afganistán a pesar de que tiene los recursos para ello. "Estaría bien vivir a salvo, pero no he completado mi trabajo. Si abandono, el movimiento en defensa de las mujeres afganas sería más débil".

Pakzad: "Cada día debo cambiar de coche. Me gustaría ser normal".
Pakzad: "Cada día debo cambiar de coche. Me gustaría ser normal".B. PÉREZ

Hotel Intercontinental. Madrid

- Macedonia de frutas.

- Tostadas.

- Dos zumos de naranja.

- Té Earl Grey.

- Café con leche.

Total: 55,64 euros.

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Sobre la firma

Fernando Peinado
Es reportero de la sección de Madrid desde 2018. Antes pasó ocho años en Estados Unidos donde trabajó para Univision, BBC, AP y The Miami Herald. Es autor de Trumpistas (Editorial Fuera de Ruta).

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