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Entrevista:AQUÍ UNOS AMIGOS

Antonio Gala: "Tú correspondes al toro en una historia breve y amorosa"

Morante de la Puebla: "Cuando mejor se torea es cuando más se sufre"

Jesús Ruiz Mantilla

Antonio. Te cuento dos cosas sobre el toreo que me han marcado. Una vez, Irene Papas me dijo que los occidentales veíamos la tragedia griega como un espectáculo, cuando en realidad es un ceremonial, un rito. En los toros sucede igual. Otra, que una vez le pregunté a Manolete qué era lo más difícil de torear, y me respondió: "Lo más difícil no es que el traje pese, que sean las cinco y haga calor, que el público chille y no sepas por qué, no son las embestidas. Lo más difícil es que, además de todo eso, hay que estar bonito". Tú dime: ¿Por qué eres torero?

Morante. Yo de siempre he querido ser torero. Es como un instinto.

Antonio. Claro. Está muy bien dicho eso de instinto. No una vocación, un instinto.

Morante. Un instinto oculto, como animal. Uno es torero y ya está. Y no por ponerte delante de un toro lo eres. No todos los que se colocan delante de un toro tienen ese instinto.

Antonio. ¿Qué diferencia hay entre los toreros profesionales y los artistas?

Morante. Profesionales somos todos. El artista es bohemio y tiene cosas de locura, quizás.

Antonio. ¿Hablas de ti?

Morante. No, no. No me gustaría hablar de mí en ese aspecto. El profesional es ese que no quiere dejar malamente a nadie, voluntarioso... El artista es aquel capaz de crear, el que guardas en la retina y lo saboreas, otra cosa.

Antonio. Sabes que la gente hace siempre esa distinción.

Morante. Sííí. Ya. "Es muy buen torero". Cuando dicen eso, malo. Es muy buen torero. Los toreros son toreros, ni buenos, ni malos. Quien sabe percibirlo es una atracción. Muchas veces un toro te excita. El toro que tiene una embestida buena, huy. Muchas veces, hoy, salen toreros que quieren hacer las cosas bien, muy perfectas, pero ése no es el camino.

Antonio. Hablas de manera muy especial porque tú no sólo eres torero por instinto, es que tú toreas con instinto. Tú correspondes al toro en una especie de historia de amor, breve y amorosa.

Morante. Cuando yo estuve tan mal, me ponía delante del toro y le transmitía todas mis penas. Es una especie de dios toro al que le dices: "Ahí va eso, ayúdame". Y creo que cuando mejor se torea es cuando más se sufre. Cuando pasas miedo y hay algo que no comprendes.

Antonio. Yo te he visto siempre a ti al nivel del toro, en un diálogo establecido. Siempre me ha sorprendido esa soledad pasmosa entre el torero y el toro, esa noche de bodas. Unos dicen que no existe la marca España, y yo creo que sí, que hay dos; una, el flamenco, y otra, los toros. A mí me llevaban a los toros desde chiquito mi padre y Machaco, Machaquito, así que tengo los toros en la masa de la sangre, aunque hay 13 sociedades protectoras de animales que se llaman Antonio Gala.

Morante. ¡Qué más da! Si yo soy de los que más quieren al toro... Pero da lo mismo. El toro, quien no lo sienta, no lo puede comprender. ¿Qué les digo?

Antonio. Nada. Oye, aparte de torear, ¿tú que haces?

Morante. Me gusta mucho jugar al fútbol. También me gusta no hacer nada.

Antonio. ¿Ni leer?

Morante. Leer sí me gusta, pero por la noche, para coger el sueño.

Antonio. ¡Serás cabrón! ¿Te acuerdas de esa época en la que existían los toreros de relumbrón, que se juntaban con artistas, escritores, pintores? ¿Tú te reúnes con ese tipo de gente? Porque eres un torero muy atractivo para eso.

Morante. Yo estoy muy a gusto aquí, contigo. Pero no voy buscando eso. Pero tengo una preguntita. Más que el torero buscar al poeta ha sido al revés. Hoy está mal visto hablar de toros. ¿Los toreros de hoy son menos románticos o los escritores de hoy tienen temor a hablar de eso? Falta un poco de valor para hablar de toros.

Antonio. El toreo es un fenómeno singular en sí mismo. Hay una cosa sexual. La palabra excitación la dices mucho. Es una ceremonia tan rara, un señor que se viste para matar con elegancia y llevar la muerte en brazos al toro. ¿Quién crees que es el protagonista, el toro o el torero?

Morante. Los dos. Es una comunión, y cuando no sale, me siento ridículo. Cuando un toro no te ofrece eso, me siento ridículo y te ganas una bronca. Pero no tiene sentido. Hay que matarlo y ya está. Y si te pegan una bronca, uno se siente torero. Yo quería preguntarte de tu niñez, cuando ibas con tu padre a los toros.

Antonio. Yo aprendí a callar en los toros, a respetar y a callar. El ruido me molesta tanto, forma parte de un espectáculo que se aprueba y desaprueba a destiempo, hay que respetar lo que se está haciendo abajo.

Morante. En Cataluña no dejan entrar a los niños a la plaza. ¿En algo negativo te influyó a ti el toreo?

Antonio. No, no. Todo lo contrario. Yo llevo el toreo dentro de mí. Es la creación de la belleza. Eso hoy el público no lo conoce y no lo aprecia. Como la lentitud, puede ser un fenómeno estético como un cuadro de Picasso o Velázquez, y efímero, además.

Morante. Lo que se hace rápido no dura. Las cosas grandes de la vida se han hecho despacio. Y es difícil que te enseñen eso. Pasa como con las toreras. A mí no me gustan porque lo hacen como si fueran hombres. No he visto una torera femenina, y el toreo tiene que ser una expresión propia.

Antonio. Las enseñan a ser toreros. Pero es que el torero, en la pareja final, es la hembra, es la mujer. El que conduce, seduce, embebe.

Morante. Totalmente.

Antonio Gala y Morante de la Puebla en Alhaurín el Grande, Málaga.
Antonio Gala y Morante de la Puebla en Alhaurín el Grande, Málaga.JULIÁN ROJAS

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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