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Blas Romero, 'El Platanito'

El novillero que llenaba las plazas de los años sesenta es ahora vendedor ambulante de lotería

Blas Romero González nació en Castuera (Badajoz) en 1945 y pasó en un hospicio y un correccional los primeros años de su vida. A los 15 años se marchó de casa en busca de fortuna y acabó siendo, con el nombre de El Platanito, uno de los novilleros y matadores de toros más populares. Su paso por los ruedos, tan efímero como el de un cometa, dejó también un término, platanada, meterse a los chiqueros a por el bicho si se resistía, montarse en el lomo del toro o incluso besarlo en el hocico.Ahora es vendedor ambulante de lotería en el barrio del Pilar de Madrid. En cada décimo gana cinco duros. "Me han dejado tirado como una colilla. No tiene uno ganas de vivir, te lo digo de verdad. Si no fuera por mis chavales, yo ya no estaría aquí".

En este oficio, que le deja de 2.000 a 2.500 pesetas diarias si hay suerte, trabaja desde hace unos ocho meses. Antes repartió propaganda por los buzones, descargó camiones en el mercado de Legazpi, se vistió de luces ante las puertas de unos grandes, almacenes como reclamo publicitario... El Plátano es un lotero contradictorio. Por un lado, le da vergüenza que sepa la gente de su mala situación actual. Por otro, lleva en el bolso de sus vaqueros una vieja cartera llena de carnés, que acreditan su esplendoroso pasado taurino, carnés que utiliza cuando en algún restaurante o cafetería de tronío no le dejan entrar a vender. Incluso en su cazadora vaquera cuelga una placa ovalada donde se lee: "Vendedor autorizado número 2.924. Administración número 126. El Platanito (torero)".

Yo nací en Castuera, pero salí de allí muy chiquito. "Éramos nueve hermanos; dos de ellos murieron. Me metieron primero en un hospicio en Badajoz. A los nueve años me presentaron a mi madre. Estuve con ella un tiempo, hasta que me metió en un correccional. Según he oído por ahí, me llevó porque no tenía medios, pero no lo entiendo. Sólo me metió a mí, que era el segundo de los hermanos".

"El correccional era peor que un campo de concentración. Estaba en Olivenza; lo llevaban unos frailes mercedarios. Nos daban muchos palos y no nos enseñaban a leer ni a escribir".

En la etapa en que Vista Alegre había sido adquirida por el diestro Luis Miguel Dominguín, su hermano Domingo tuvo la idea de montar becerradas nocturnas a todos aquellos maletillas que pasaran una prueba previa con vacas. Y Blas Romero no se lo pensó dos veces. Era su oportunidad. "Cogí el tren una noche y me metí en la perrera. Eché a dos o tres perros que había allí, y para Madrid.

Así nació a la gloria Blas Romero González. Tenía 17 años. Los Dominguines le documentaron -"no tenía carné de identidad"-, le buscaron apodo -"lo de El Platanito me lo puse por mi padre, que por lo visto había tenido un almacén de plátanos"-, le alojaron en el hotel Victoria, en la plaza de Santa Ana, y le dieron 1.000 pesetas por faena durante dos años.

"Me pasé a la charlotada por necesidad, tenía que vivir". Fue en 1972. El espectáculo, que se llamaba El Platanito y su troupe, acudió puntual a cuanta ciudad medianamente importante celebrara sus fiestas patronales. Era una atracción esperada en provincias, como los coches de choque o el Teatro Chino de Manolita Chen.

Vive con su mujer, Isabel, y sus cuatro hijos, dos chicos y dos chicas, en un pequeño piso del barrio del Pilar por el que paga 23.000 pesetas de alquiler. El hijo mayor, Francisco, va desde hace algún tiempo a la Escuela de Tauromaquia. "Yo le he hablado muy mal del toreo. Va a la escuela por su cuenta". Lo dice casi contrariado, pero al poco saca un carné de su retoño y lo muestra con orgullo. "¿Te has fijado? Se llama como Curro Romero".

Hace unos meses intentó sin éxito entrar de barrendero en el Ayuntamiento de Madrid. "Escribí una carta a Tierno y otra al Rey, pero no me han contestado. Al Rey le escribí porque sé que iba mucho a Vista Alegre cuando yo era novillero. Tengo en casa los periódicos donde salió".

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