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Columna
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Bocata de lobo

Manuel Rivas

En los comedores escolares de los centros públicos de Galicia están a punto de escribir a Obama para pedirle ayuda alimentaria. En algunos ya sólo se sirve como almuerzo un bocata bilingüe de jamón y queso. Estos comedores son vitales desde que se hizo la llamada "concentración", terrible eufemismo de los gerifaltes, con alumnos que viajan en autobús recorriendo distancias transmontanas que equivalen a una condena en años de curvas y que debería ser compensada con una nutrición olímpica. Hace meses que no llegan los fondos para pagar a los proveedores. Y eso que los ahorros han llevado a menús minimalistas y a prescindir de productos de los que se presume en Galicia. Así, en un ejemplo de modelo alimentario insostenible, los niños gallegos comen panga procedente del delta del Mekong, mientras la pescadilla y el pulpo autóctonos están ahora a la baja en las lonjas. El Gobierno que preside Feijóo es exhibido como modelo de gestión por la derecha en España. Y el propio Feijóo es bien valorado en medios conservadores y progresistas. Es una persona respetuosa, lo que es de ponderar en medio de tanto cenizo volcánico. Sin embargo, el balance del primer año de gobierno se resume con la metáfora de los platos vacíos. Esta Xunta ha fracturado a la sociedad con una guerra lingüística importada, made in FAES, rompiendo un laborioso consenso y llevando el caos a la comunidad educativa. Se han cargado los tímidos avances para salvar el litoral del feísmo y la violencia catastral, sacrificando incluso la Red Natura. Tal vez se trata de proteger la única fauna salvaje que nos va quedando: el capitalismo depredador. Así que el problema de Feijóo no es su carácter liberal, sino la incompetencia absolutista del equipo. Durante las elecciones se bromeó con el cuento de si vendría o no el lobo. Si ha venido, que ande cauto. Cualquier día se lo zampan los niños de los comedores escolares.

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