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Pedro Molina Temboury

Un sitio donde siempre hay algo para oír, ver, escuchar o discutir

Es, en la forma, el director del Centro Cultural del Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI) en Buenos Aires (Argentina), la punta de lanza de un largo proyecto de difusión de la cultura española en Latinoamérica. Pero el aire personal, mediterráneo, de Pedro Molina Temboury, un malagueño de 32 años, ha impulsado desde su reducto el viento más fresco que se pueda gozar hoy en el caluroso, húmedo, melancólico y desolado Buenos Aires, adonde llegó el pasado mes de agosto.

, El mérito es todo suyo, aunque se resiste a aceptarlo como propio. Dice que se ha encontrado con "una demanda cultural excesiva, y esto provocó luego el fenómeno de convocatoria que registra el centro en tan poco tiempo". Es posible. Pero también lo es que el diseño del centro -encargado al glorioso arquitecto argentino Clorindo Testa- fue pensado antes de que se convirtiera en lugar de cita y encuentro para los miles de jóvenes que circulan por allí de foema incesante. El uso múltiple de las salas se adaptó al proyecto de abrir las compuertas de la comunicación cultural que propuso Molina Temboury.En poco más de dos meses, desde que se inauguró el 16 de agosto, el centor organizó una exposición de pintura española actual -Generación de los ochenta-, el encuentro de vídeo donde se proyectó La imagen sublime, la Semana del Autor Español en América, tres jornadas de debates a las que asistió el escritor Gonzalo Torrente Ballester, un encuentro de revistas cuturales argentinas y españolas; vendió libros no editados en Buenos Aires, auspició muestras itinerantes, exhibió cine español antes de que se estrenara en las salas comerciales y apoyó todas las iniciativas personales de jóvenes creadores argetinos que no tenían hasta ahora otro apoyo, ni oficial ni privado.

Y la aventura de este escritor, de 32 años nacido en Málaga, recién comienza aquí. Ya había vivido fuera de Madrid antes en Cádiz. Ahora planea quedarse dos o tres años en Buenos Aires, "porque esta ciudad lleva su tiempo". El cargo no le inquieta ni se lo cree, le sirve a sus fines personales. "Cuando me presenté al concurso, me atrajo el proyecto y Buenos Aires. Lo gané, y aquí estoy, con mi mujer y mi niña. No me interesa hacer carrera como funcionario de la cultura, quiero servir de contacto entre grupos creadores afines que, creo, deben mirarse nuevamente después de varios años de ignorarse. La cultura española actual es desconocida en Argentina, y el centro del ICI es un ámbito atractivo que intenta alejarse de los carriles oficiales".

Es autor de dos libros de poemas -País de Octubre y El Mago- y de dos novelas -Madre Gallina África y Ballenas- y aguarda ahora la publicación de la tercera -Del lado de la URSS- mientras se dispone a escribir la cuarta en Buenos Aires. Pasa el día detrás de su escritorio en un reducido despacho. Este sitio le basta. Desde allí dice siempre "sí, adelante" a casi todo lo que le proponen, El centro, clanco, funcional, ubicado en el primer subsuelo de una galería en la calle de Florida -la peatonal más transitada del centro de la ciudad-, permanece abierto desde la mañana hasta la noche. "Aquí siempre hay algo para ver, oír, escuchar o discutir; esto ha salido al fin como yo lo deseaba". A la imagen y semejanza de su creador.

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