_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Existe

Rosa Montero

Primero Alfonso Guerra soltó lo de "la señorita Trini" refiriéndose a Trinidad Jiménez, después algunas mujeres políticas protestaron y, a continuación, una tropa de articulistas y comentaristas se dedicó a ridiculizar esa protesta. Pero vamos, faltaría más, decir que Guerra es machista por semejante comentario, exclamaban. Más aún: ¡Hablar de machismo a estas alturas! Cuando en España somos todos tan ultramodernos y hemos superado esas antiguallas.

Esta actitud sobrada, la tonta presunción de estar de vuelta de todas las cosas, es un defecto típico de los países nuevos ricos como el nuestro, en donde hemos pasado en un abrir y cerrar de ojos del más rancio provincianismo a creernos los más avanzados del planeta. Y esta pátina de modernidad, apenas más profunda que una capa de maquillaje, ha hecho que hablar hoy de machismo o de feminismo parezca trasnochado, algo nada in. Si antes, cuando éramos antiguos y pobres, éramos machistas, ahora, ricos y desarrollados, ya no lo somos. Hemos dejado el sexismo atrás junto con las demás rémoras del franquismo. Ese parece ser el silogismo.

Y lo malo es que en esta trampa caemos muchos. Veo a multitud de hombres que ni se plantean más lo del sexismo porque, afortunadamente, "eso ya está superado"; y veo a infinidad de mujeres desorientadas que no se atreven a considerarse feministas por miedo a que se mofen de ellas. Sin duda los excesos de lo políticamente correcto han contribuido a la confusión. Y así, tener que repetir a cada instante "todos y todas" o "ciudadanos y ciudadanas", por ejemplo, rompe los nervios y la salud mental del más templado. Pero eso no significa que no siga existiendo el sexismo, que, por cierto, también puede ser ejercido por mujeres. Resumiendo: decir "miembros y miembras" es una papanatez. Y decir "la señorita Trini" es de un machismo zafio e innegable.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_