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La actriz Joan Fontaine se siente "contenta y "feliz" en su larga soledad

Joan de Havilland, Joan Fontaine para el cine y para evitar la comparación con su hermana Olivia, es la estrella más relevante de las que han acudido al festival de San Sebastián, y también la menos rutilante. Excepto en la clausura, la Fontaine no se prodigó, y en Ia siguiente entrevista declara estar "contenta y feliz en su soledad".

Nacida en octubre de 1917 en Tokio, hija de un profesor de idiomas de la Universidad Imperial Británica, Joan Fontaine narra sus primeros pasos en el teatro, incapaz de eludir la mención de su hermana Olivia de Havilland: "Estábamos en el colegio y mi hermana fue descubierta por Max Reinhardt, que la contrató para hacer un papel en el Sueño de una noche de verano, de Shakespeare. La noche del estreno en Chicago, la primera actriz, Gloria Stewart, se puso enferma, y mi hermana la sustituyó con gran éxito, siendo contratada por Warner Brothers para hacer la obra en cine. Yo volví entonces desde el colegio en Tokio, y cuan do fui a saludar a mi madre y mi hermana un agente me propuso hacer cine. Yo había hecho algo de teatro, y así fue como todo empezó". La vocación dramática venía en efecto, de su madre, que dio a las hermanas De Havílland clases de dicción, música, ballet, pintura y todo lo que fuera creativo.Entre los directores con los que trabajó, Joan Fontaine recuerda con admiración a Alfred Hitchcock, George Cukor, George Stevens y Max Opliuls, pero no está dispuesta a admitir que ellos le enseñaran muchas cosas. "En el cine, el director es quien se encarga de decir dónde deben ir las cámaras o cuándo hay que entrar o salir del cuarto. No es alguien que diga: 'Quiero que hagas esto o lo otro', eso es para los directores de escena. Creo que la Prensa tiene la idea de que el director influye en la interpretación, y lo cierto es que sólo se encarga de la cámara. Al menos así es en América".

La amabilidad de Hitchcok

¿No hay ningún tipo de comunicación entre director y actor? "Un poco, pero si hay un buen guión no es necesario. Por ejemplo, Max Ophuls me dirigía en alemán, un idioma que yo no hablo, pero siempre le entendía". Sobre Alfred Hitchcock, la intérprete de Rebeca y Sospecha dice que "era atento, amable y generoso conmigo". Joan Fontaine asegura que ni siquiera vio la película, y añade que el úni co de sus filmes que conoce es La ninfa constante, aunque "pasé toda la proyección mirando al suelo".La actriz de Mujeres, Ivanhoe y Jane Eyre no admira a nadie en el cine de estos días, aunque siente especial preferencia por algunos personajes, citando películas como Officer and a gentleman (pateada por su militarismo en el palacio del festival) y Carros de fuego, filme atlético premiado por la academia de Hollywood. Está de acuerdo en que el estrellato prolonga la juventud: "Sí, hace que las glándulas sigan funcionando. Una de las grandes cosas de mi profesión es que nunca tienes que retirarte. Las bailarinas, los cantantes, hasta los escritores tienen que hacerlo. Una vez fui a ver a Dapline du Maurier, la autora de Rebeca, y cuando le pregunté qué escribía ahora, con 75 años, me dijo que ya no está interesada en las novelas, en la irrealidad, en los sueños: ahora le interesan los hechos, y ya no puede escribir nada. Sus sueños se han agotado".

Joan Fontaine aspira a dejar una huella parecida a la de Greta Garbo, de quien elogia la habilidad para "crear el recuerdo de una mujer bella que se hacía exquisita en todos los papeles, por encima de ellos". Y nos confirma que esas sutilezas nunca son obra de artificio: "Yo jamás me encontré bonita, y en mi familia nadie me dijo que lo fuera. Era muy tímida, y pienso que eso fue bueno para mi papel de Rebeca: yo realmente me sentía fea, de verdad. No había tenido novios, siempre había estado con mi madre y mi hermana y no me permitieron tener pretendientes que pudieran adularme".

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