_
_
_
_
_

Rodolfo Gil Grimau

Más de 20 años difendiendo la cultura hispana en el mundo árabe

Ángeles Espinosa

Rodolfo Gil Grimau es un hombre reservado, casi tímido, al que una se imagina mejor entre un montón de libros en su biblioteca que en una recepción de embajada. Sin embargo, su vocación de arabista le ha llevado a dirigir los centros culturales españoles en varias ciudades árabes, lo que le ha exigido conjugar investigación, docencia y relaciones públicas. Tras El Cairo y Rabat, ahora se encuentra en Tetuán, y ya hace veintitantos años que dejó Madrid para difundir la cultura hispana. Recientemente viajó a esta ciudad para intervenir en un seminario sobre Ceuta y Melilla.

Su primer destino estuvo en El Cairo, donde fue testigo de excepción de la recientemente recordada Guerra de los Seis Días. El 6 de junio de 1967, Rodolfo Gil Grimau se dirigía en taxi a dar su clase de español en la universidad cairota de Ain Shamps. No le llamó especialmente la atención el movimiento de la aviación egipcia. "Pensé que se trataba de los ejercicios habituales", reconoce. Sólo al llegar al recinto universitario se dio cuenta de que el estado de agitación superaba el provocado por el período de exámenes."Era un momento de euforia", recuerda, "porque todo el mundo creía que iban a derrotar a los judíos. Luego, la euforia dejó paso a la amargura".

Cuando ocho años más tarde fue trasladado a Rabat, presenció en primera fila la marcha verde marroquí sobre el Sáhara. Y la situación no era especialmente cómoda para los españoles que vivían allí. Muchos de ellos fueron evacuados.

Pese a estas vivencias históricas, Gil Grimau no se recrea en el relato de anécdotas y batallitas, tal como pudiera suponerse. Al contrarío, hay que insistir para que las cuente, y, aun así, habla como si lo suyo no tuviera importancia. No se trata de falsa modestia: es que toda su vida ha sido un tanto especial, aunque él no parezca consciente de ello.

Sobrino del dirigente comunista Julián Grimau (condenado a muerte y ejecutado en 1963), Rodolfo Gil respiró desde niño los aires de una educación abierta y progresista. Hecho que él atribuye, más que a la influencia de su tío materno, al haber vivido fuera de España y a la personalidad de su padre, Rodolfo Gil Benumeya, por quien demuestra una gran admiración.

"Soy el cuarto Rodolfo Gil. Mi padre era arabista, político y periodista. Pasé mi infancia en Egipto, Marruecos y Argelia y, como todos los que hemos vivido fuera de España, tuve una visión distinta del país", confiesa Gil Grimau, que durante sus años de universitario se hacía llamar Gil Benumeya, el segundo apellido de su padre, de evidente origen árabe y que se remonta a la época de Felipe II.

Gil Grimau reconoce: "Las relaciones de cooperación con el mundo árabe no son ideales, ni mucho menos", y se muestra optimista sobre el "inicio de cooperación" que se ha emprendido. No obstante, matiza: "España es mucho más conocida en el mundo árabe que al contrario", y menciona como ejemplo "la excelente escuela de hispanistas egipcios".

Entre las causas de ese interés, Rodolfo Gil cita "el impacto de los poetas españoles -en especial Federico García Lorca- en la poesía contemporánea árabe" y el potencial del continente americano. "No sólo por Latinoamérica, sino por Estados Unidos, donde de hecho el español es la segunda lengua y tiene grandes proyecciones".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_