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Columna
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Galimatías

Juan José Millás

Pongamos que me levanto un día y me solicito a mí mismo un préstamo de 100 euros. Vale, me respondo, pero me lo devuelvo a la semana que viene con un interés del 5%. A la semana siguiente ingreso en mi cuenta, de forma puntual, 105 euros. Todo en orden. Un mes más tarde, vuelvo a pedirme otro crédito, también de 100 euros, pero por las razones que sea (quizá estoy deprimido) dudo de mi capacidad para devolvérmelo y me pongo un interés más alto, del 10%, no vaya a ser que. Si el riesgo es mayor, lo lógico es que los beneficios, de haberlos, sean pingües (qué rayos querrá decir pingües). Y así de forma sucesiva hasta que los intereses que aplico a los préstamos que me concedo me llevan a la quiebra.

¿Constituye un deber patriótico entonces para un español comprar deuda española? ¿Acaso no se le devolvería lo invertido con intereses sacados de sus propios impuestos? ¿Podrían ser los compradores españoles de deuda española quienes hicieran subir el diferencial al dudar de su propia capacidad para devolverse a sí mismos lo que se han prestado?

Además, si es cierto que los ricos españoles están invirtiendo en deuda española, habrá que deducir que nuestra deuda no es la suya, lo que significa que se puede ser español sin ser español a condición de podértelo pagar. Dado, por otra parte, que los millonarios (Buffet dixit) pagan menos impuestos que el resto de la población, será el resto de la población quien aporte los intereses de la deuda que compran los millonarios españoles.

Quiere decirse que todo esto, además de un sindiós lógico, constituye una sobreexplotación excesiva para las clases con necesidades.

Lo que habría que ver es si el impuesto de Rubalcaba a los ricos compensa de los beneficios que estos obtienen, al comprar deuda, gracias a los impuestos de los pobres.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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