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Leonor Alazraki

Políticos, diplomáticos, empresarios y artistas acuden a ella para que les interprete el tarot

Hace unos meses, Leonor Alazraki fue llamada a un hotel madrileño. Estaba de visita el rey Fahd, de Arabia Saudí, y con él una cuñada preocupada por su futuro. Leonor puso enfrente a la consultante, extendió las cartas, y su mentalidad, teñida de occidental monogamia oficial, pegó un respingo. En la vida del marido de la cuñada no es que hubiera otra mujer. Había varias. Le confesó a la intérprete que no se atrevía a decírselo a su clienta. "Son las otras esposas", la tranquilizó su interlocutora.

Leonor Alazraki llegó a España en 1975, en un viaje que le habían anunciado tres años antes por medio, precisamente, del tarot. Nunca se le pasé por la cabeza acabar aquí, porque "pensaba en París, que era el sueño de los argentinos en los años setenta, igual que ahora lo es Madrid. Cuando llegué aquí, en vísperas de la apertura fue fascinante. España fue mi elección".Durante los seis primeros meses de su estancia, Alazraki no se atrevió a asomar por el bolsillo un solo arcano mayor. "Me hablaron de que ponían preso a quien echaba las cartas y yo no quería estar contra las leyes. Luego vi que lo decían por desconocimiento". A partir de entonces, la gente -un 75% de sus clientes son mujeres- comenzó a acudir a ella como al oráculo de Delfos y su mesa camilla empezó a conocer Borbones, amigas de la Reina, diplomáticos, políticos, empresarios y periodistas, cuyos nombres guarda con especial celo del secreto profesional, especialmente los de los políticos, "que son los que más me piden que me calle la boca. Viene mucha gente del PSOE, como antes venía del centro".

Los clientes, cuenta Leonor siempre dan sorpresas, tanto por la personalidad de quien tienes enfrente como porque se te presenten con un paraguas y las máselaras intenciones de rompértelo en la cabeza, como le sucedió en Argentina con una señora a la que descubrió las debilidades de su marido. También hay casos en los que cambia por completo el concepto de un personaje público y otros en los que el consultante hace ímprobos esfuerzos para no ser reconocido y pasar por un civíl de a pie. Recuerda, en el primero de los casos, que "a Emilio Romero fue una maravilla echarle las cartas. Me habían asustado diciendo que trataba muy mal a las mujeres, pero conmigo fue estupendo". En el segundo supuesto Leonor Alazraki cree que estuvo en su casa la mujer de Adolfo Suárez, cuando éste era presidente del Gobierno. "Se llamaba Amparo y tenía el pelo corto. Le dije que si su marido era político y me dijo que no, que era abogado. Al poco tiempo la vi en el ¡Hola! Pienso que era ella".

Un día, Josefina Molina le pidió que investigara con el tarot los personajes de su obra Motín de brujas, en la que se utilizaba el conocimiento por medio de las cartas, para que los actores barajaran aspectos de las personalidades que tenían que interpretary tuvieran una ayuda a la hora de captar su psicología. Marisa Paredes, Maruja Asquerino, Julieta Serrano y el resto de la compañía trabajaron con Leonor Alazraki. Durante este trabajo, Leonor vio una muerte. "No quise avisarla; no me gusta anticipar las muertes. Pero Josefina Molina, que es una mujer de gran intuición, me lo preguntó, me dijo que la veía. El actor argentino Luis Politi enfermó cuando la obra estaba en cartel y murió después. A todos nos impresionó mucho".

Dice Leonor Alazraki que "si la muerte es próxima y el consultante no pregunta directamente, no se debe decir. Tienen que darme un motivo válido. Buero Vallejo, por ejemplo, que es una persona muy respetuosa del tarot, me lo preguntó. Le dije que tenía más de cinco años por delante".

Le gustaría echar las cartas "a los Reyes, a Julio Caro Baroja y a los directores de cine que trabajan con un mundo irreal. Los Reyes", comenta Leonor, "me parecen gen te maravillosa. Los que vinimos de América nunca tuvimos reyes, y nos parecen figuras de cuentos de hadas, intocables, imposibles. En cuanto a Julio Caro, es un erudito y una persona que conoce mucho sobre estos temas".

Tiene menos curiosidad por el presidente del Gobierno, porque, como le sucede con los ministros Boyer o Barrionuevo, ha trabajado con el tarot sobre ellos, a petición de algún semanario. "De Felipe dije que iba a ser presidente, y está publicado, en mayo de 1982, antes de las elecciones andaluzas". Piensa que para él 1984 será un año muy complicado, por "el terrorismo, la economía y los fuertes enemigos que tiene. Esto, junto a los problemas de reestructuración de su Gobierno. En cambio será un año muy bueno para España en el terreno de la cultura".

Sus clientes siempre vuelven. "Tengo pocos errores, aunque me puedo equivocar, porque somos huníanos". Explica que "el tarot no es una ciencia, sino un arte, un medio de comunicación, un lenguaje; marca tendencias y habla en imágenes y símbolos, que hay que traducir. Lo más difícil es interpretar el factor tiempo. Y no hay que olvidar que el ser, humano es una carta más del tarot".

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