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Reportaje:

La plata de Lisboa

Portugal devuelve cubiertos y bandejas robados en 1975 durante el asalto a la Embajada de España

Raúl Morodo, a punto de dejar la Embajada de España en Portugal, recibió ayer en Lisboa los restos de un naufragio. 246 objetos de plata procedentes del asalto y pillaje de la residencia del embajador de España en Lisboa - el bello palacio de Palhavá-, saqueado el 27 de septiembre por una multitud en protesta por los cinco últimos fusilamientos perpetrados por el franquismo. Ángel Otaegui, de 33 años, y Juan Paredes Manot, de 20, ambos militantes de ETA, y Ramón García Sanz, de 27; José Luis Sánchez Bravo, de 20, y José Baena Alonso, de 23, del Frente Revolucionario Patriótico y Antifascista (FRAP), fueron pasados por las armas tras ser condenados en consejos de guerra acusados de asesinatos de policías.Morodo, en aquellos años destacado abogado de presos políticos, mano derecha del profesor Tierno Galván y dirigente de un puñado de profesionales y académicos antifranquistas, recogió ayer los objetos de manos del ministro portugués de Justicia, José Vera Jardim, que, en un gesto de simpatía y homenaje al embajador español saliente, acudió a la Embajada de España para dar realce al acto. "Ésta es una pequeña historia que forma parte de la gran historia. Con la restitución de los objetos, cumplimos también una obligación moral", señaló Jardim, al que acompañó en el acto el director general de la Policía, Fernando Negrao, informa Efe.

El lote, formado por cubiertos, juegos de café, bandejas, legumbreras, teteras y azucareros, fue incautado por la policía a tres jóvenes que participaron en el asalto y saqueo del palacio y que, por razones no explicadas, no fue devuelto en su momento a las autoridades españolas.

Los objetos de plata fueron descubiertos por casualidad el pasado mes de mayo en una comisaría lisboeta, donde habían estado depositados durante años sin que nadie supiera de su existencia. El Estado portugués se excusó e indemnizó al Estado español por el asalto del palacio, que fue robado e incendiado, sin que se fijaran con exactitud los daños causados y el valor de las piezas de arte robadas y destruida. Entre las obras desaparecidas se encontraban tapices y cuadros de gran valor, que pertenecían al palacio desde que éste fuera comprado por el Estado español en 1916. El palacio de Palhavá fue restaurado poco después, y sigue siendo una de las residencias más bellas que tiene el Ministerio de Asuntos Exteriores en el mundo.

El asalto a la residencia del embajador de España no fue el único acto de violencia ocurrido en Portugal en 1975. También fueron atacadas las cancillerías de Lisboa, y los consulados de Oporto y Evora. Las imágenes del incendio que devastó el palacio de Palhavá, con los muebles de estilo ardiendo en la calzada ante la mirada indiferente de las fuerzas de seguridad, que tardaron varias horas en intervenir, reflejaban la parte más extrema de la ola de protestas que suscitó en Europa y América el fusilamiento de los cinco militantes de ETA y FRAP.

Curiosamente, Portugal, donde en abril de 1974 había caído la dictadura salazarista, fue uno de los pocos países europeos que no retiró su embajador de Madrid. Los países Escandinavos, los de la Comunidad Europea, Canadá y, hasta el Vaticano protestaron por las ejecuciones y retiraron temporalmente a sus embajadores de Madrid. El Gobierno del general Franco volvió a vivir durante algunas semanas el aislamiento internacional en el que vivió tras la caída del nazismo.

Morodo, que fue nombrado embajador de España en Portugal en 1995 y era hasta ahora el último embajador que no pertenecía a la carrera diplomática, está recibiendo en sus últimos días en Lisboa una despedida extraordinaria. Condecorado con la Orden de Cristo, que habitualmente se reserva para los jefes de Estado extranjeros, ha recibido no sólo el elogio del presidente de la República, Mario Soares -en su día compañeros de los tiempos del exilio-, sino de todas las fuerzas políticas portuguesas. Incluso Alvaro Cunhal, el veterano dirigente comunista portugués, cuya lealtad a las tesis soviéticas sobrevivió al derrumbe del muro de Berlín, se reunió a almorzar con el embajador español. Morodo será sustituido en los próximos días por el diplomático José Rodríguez Spiteri.

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