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Columna
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Necesitamos

La ONG Intermón Oxfam tiene que despedir a 90 de su medio millar de trabajadores en España para poder mantener su nivel de ayuda. La crisis, con la consiguiente pérdida de contribuciones, les afecta precisamente cuando el momento mundial requiere más de la colaboración humanitaria. Es una cifra.

Las cifras siembran el desánimo al escuchar la voz de la radio al despertar. Miles de parados de febrero en España, engrosando los millones previos; decenas de miles de refugiados de varias nacionalidades, emigrantes de la pobreza que encontraron trabajo en Libia, uniéndose a los propios libios que huyen y atestando, aterrados y desvalidos, la frontera con Túnez. Lo más elemental, un plan de solidaridad para emergencias, no pone en marcha a la comunidad internacional.

En RNE, Juanra Lucas inicia su entrevista a Iñaki Gabilondo con una pieza musical elegida por este: "España, camisa blanca de mi esperanza", canta la Belén los versos de Blas de Otero, con música de Víctor Manuel. La que cala no es esperanza, sino otra estrofa: "Quisiera poner el hombro y pongo palabras/ que casi siempre acaban en nada/ cuando se enfrentan al ancho mar".

Hay que buscar palabras. De consuelo y de estímulo. Recurro a quienes las escriben mejor. Y retomo el libro de Amin Maalouf, El desajuste del mundo. Una frase que hoy despliega su potente significado: "Lo que estamos viendo ahora es el crepúsculo de las civilizaciones separadas, no su advenimiento ni su apoteosis". Más pedestremente expuesto: si, unidos, asumiéramos como nuestra la herida de esa frontera libio tunecina, centenares de jóvenes deberían recibir ahora mismo formación para lanzarse allí con ayuda humanitaria. Pagados por los Estados, sintiéndose útiles, siéndolo. Acercándonos. Si ya estamos en la ruina, ¿qué importa un gasto más? Necesitamos un New Deal global y moral, o esto se hunde.

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