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Columna
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Noche y Niebla

Manuel Rivas

Si la oblicua maquinaria puesta en marcha contra Garzón avanza, asistiremos al kafkiano proceso de un tribunal que encausa, en carne, a la Justicia. No sería la primera vez que en España se quema en figura a un hombre justo, pues el sambenito ya se lo han puesto, pero esta vez, de culminarse, esa maldad activa lo mancharía todo. La democracia en España sufriría su peor golpe desde el 23-F. Garzón sería nuestro Dreyfus. La secuencia de los hechos se presenta ante los ojos con la claridad de un storyboard. Una partida de leguleyos de ultraderecha presenta una querella contra el único juez que intentó investigar los indubitables crímenes contra la humanidad cometidos durante la dictadura fascista (olvidemos el eufemismo de "franquismo"), crímenes al estilo del decreto NN (Noche y Niebla) de Hitler. Los que comparan la iniciativa de Garzón con una "causa general", estableciendo un pérfido paralelismo, parecen ignorar lo que semejante expresión significó en el régimen programado de terror que siguió a la guerra: a la altura de 1944, se registran más de 400.000 represaliados. Prosigamos. Quien actúa como ponente en esta versión castiza de Un enemigo del pueblo ha mantenido públicamente posiciones que acaso en otros contextos, como la Alemania democrática, no le permitirían ejercer la más noble función. En la siguiente viñeta, el partido de la derecha jalea como un triunfo la admisión a trámite de la querella contra Garzón. Mientras tanto, en España hay oficialmente 130.000 víctimas NN. Sus familiares fallecen sin ver que en su país se cumpla el mandato de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas: reconocimiento, reparación, justicia. En la Ilíada, Aquiles arrastra y maltrata el cuerpo ya muerto de Héctor. Los dioses, reunidos en asamblea, le obligan a honrar al fallecido. Es un episodio inaugural de la ética. ¿Dónde están los dioses? Y, por favor, para la náusea, ¿dónde quedan los servicios?

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