Nuevos bandos

Debido a mi cochino carácter, por un lado, y a mi edad, por otro, he atravesado varias crisis personales y generales, en ocasiones personales y generales a la vez. Conozco la diferencia entre afrontarlas con espíritu de lucha o de derrota, por lo que cuando me propusieron participar en la campaña estosololoarreglamosentretodos.org apenas puse un par de condiciones: que careciera de color político y que las dosis de voluntarismo no resultaran excesivas. Se cumplió la primera. La segunda, no tanto, lo que observado con perspectiva me parece un acierto. La ingenuidad es más poderosa que la malicia. Estar de vuelta de todo es el modo más eficaz de no llegar a nada.
Desde la apertura de la web, no han cesado de llegar adhesiones y testimonios de personas que lograron superar situaciones difíciles. También ha provocado un alud de críticas adversas, muchas de ellas excelentemente razonadas. Con todo, la reacción más sorprendente ha sido la de quienes han interpretado la iniciativa como una ofensa personal. ¿Pero cómo me hacen ustedes esta cabronada?, han venido a decir, ¿por qué se empeñan en que el desastre tenga arreglo con los beneficios que le saco yo a la desesperación? El empeño de que se prohibiera esta publicidad tan ingenua en RTVE da una idea de hasta qué punto el desaliento ha devenido en una industria emergente de la que viven multitud de facinerosos. Este país ha estado siempre dividido en dos bandos (republicanos y monárquicos, rojos y nacionales, taurinos y antitaurinos, conceptistas y culteranos, creyentes y ateos, etcétera), que a veces se han matado entre sí. Nunca se habían enfrentado animosos contra cenizos. He ahí una versión inédita de las dos Españas. No es difícil suponer cuál de ellas habría pasado a la otra por la guillotina de Pérez-Reverte (sin ofender a los partidarios del garrote vil).
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