Pecado

De plástico. Así me he quedado al leer que María Dolores de Cospedal justifica la oposición del PP a la reforma de la ley del aborto alegando que sólo se puede abordar una modificación "siempre que exista una auténtica demanda social", es decir, dando por sentado que no existe. Y yo me pregunto... ¿Dónde vive esta señora? ¿Cómo es posible que no se haya enterado aún de que la ley de plazos es una exigencia más antigua que la redacción de una ley que resultó decepcionante porque limitó el derecho al aborto a tres supuestos tan eufemísticos como, para decir toda la verdad, tramposos? ¿Practica la hipocresía política por gusto, o cree sinceramente que el programa de su partido refleja la realidad?
Yo le pediría a la señora Cospedal que aplicara a este tema el mismo criterio que ha escogido para explicar su postura sobre esa asignatura maldita que nos va a mandar a la inmensa mayoría de los padres españoles derechos al infierno. Porque frente a las ridículas, casi patéticas, estadísticas de objetores a Educación para la Ciudadanía que han publicado algunas comunidades autónomas, y que en total no suman ni siquiera 50 alumnos, resulta que la demanda social no sirve como argumento. En los asuntos del alma, ya se sabe, cualquier cautela es poca, y por eso, la secretaria general del PP las ha obviado para cargar contra la asignatura con munición exclusivamente ideológica, insistiendo en que adoctrina en lugar de educar.
Es posible que la insistencia en el concepto de doctrina, en un país donde hace 30 años no existía ni siquiera la oportunidad de recibir una educación laica, ofenda todavía a mucha gente, pero a mí me ofende más que me traten como si fuera tonta. No lo vuelva a hacer, señora Cospedal. La próxima vez, diga que se opone a una ley de plazos porque abortar es pecado, y yo se lo agradeceré de corazón.
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