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El ADN, al servicio de los zares

Los genes del duque de Edimburgo pueden autentificar los restos de los Romanov

Enric González

El duque de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II de Inglaterra, guarda en sus células la clave para resolver el enigma de los Romanov, la familia real rusa fusilada tras la revolución soviética de 1917. Un científico moscovita quiere pedir al príncipe Felipe de Edimburgo, emparentado con la zarina y sus hijos, una muestra de su ADN (ácido desoxirribonucleico) para comparar las huellas dactilares genéticas con las de los restos humanos desenterrados el año pasado en un bosque ruso: si coinciden podrá establecerse sin lugar a dudas que los cadáveres de los Romanov han sido, al fin, encontrados.El doctor Pavel Ivanov manifestó al diario británico The Daily Telegraph que hoy emprenderá viaje desde Moscú hasta Londres, con un kilo de huesos en el maletín, para hacer una serie de pruebas en los laboratorios de Aldermaston donde la policía del Reino Un¡do dispone de las más modernas técnicas de identificación genética. Ivanov quiere comparar las huellas genéticas de los huesos con los de varios parientes de la familia Romanov, el más cercano de los cuales resulta ser Felipe de Edimburgo.

"El duque es un familiar muy cercano y, lo que es más importante, su parentesco materno con la zarina Alexandra es directo", declaró Ivanov al Telegraph. "Le pediremos algo tan sencillo como unos cuantos cabellos, o un poco de sangre, si lo prefiere", añadió. Los códigos genéticos que busca el científico ruso son los transmitidos por vía materna: la madre de la zarina (la tercera hija de la reina Victoria, Alicia) era bisabuela de Felipe de Edimburgo, a través de una línea estrictamente femenina.

Según varios periódicos rusos, la reina Isabel II (también prima lejana del zar y de la zarina) ha hecho llegar su aprobación e interés respecto al proyecto a Peter Gill, director del laboratorio de Aldermaston. Un portavoz del palacio de Buckingham prefirió no hacer comentarios y afirmó desconocer si la petición científica había sido presentada ya al duque de Edimburgo.

Especialistas rusos y norteamericanos han hecho ya pruebas de superposición con fotografías de los Romanov y las calaveras desenterradas hace un ano en Yekaterinburgo, una ciudad de los Urales, y afirman haber identificado al zar, la zarina y tres de sus cinco hijos. Pero los descendientes vivos de los Romanov se muestran escépticos por el momento. Los presuntos esqueletos de los dos hijos más jóvenes, Anastasia y el heredero Alexéi, siguen sin aparecer.

Según diversos testimonios, la familia real rusa fue fusilada y rematada a bayonetazos en 1918; los cadáveres fueron quemados y rociados con ácido sulfúrico, para hacer imposible su identificación, y enterrados en secreto en un bosque de los montes Urales. Ivanov afirma que no hay señales de fuego en los huesos, pero los restos fueron hallados "en un estado de gran deterioro" y la ejecución de las pruebas genéticas reviste "una enorme dificultad".

Este caso puede ser el primero en que las huellas genéticas se apliquen a las estirpes reales, pero no el último. No es descabellado pensar en que un Parlamento pida la prueba en caso de que se sospeche que un bastardo va a ser el sucesor de una corona, y además, el ADN puede revelar casos de bastardía hasta muchas generaciones atrás.

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