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Tribuna
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Reflujos

Tienen razón los pontífices de las sociologías diversas que en el mundo han sido cuando diagnostican que vivimos tiempos de reflujo: la audacia contestataria de hace 10 años se ha refugiado en la cáscara de la crisis como un caracol con las antenas doloridas por el choque con la realidad. Y aparte del austero conservadurismo que se va apoderando de las masas condenadas a elegir entre moderación salarial o paro, otra prueba del reflujo es la ola de puritanismo que nos invade. Hubo tiempos recientes en que bastaban dos copas de moscatel y la cita de un verso de Lennon o de un aforismo de Cioran para ligar como enanos felices, fuera cual fuera el estado y sexo del antagonista.Estos ya maduros ojos míos han presenciado ligues gloriosos a partir de una escueta cita de Jacques Maritain o de la simple pregunta: "¿Está buena esa tortilla?", lanzada de mesa a mesa a través de un invisible puente de lascivia. Pero hay síntomas estadísticos evidentes de que un 84% de los adultos casados de este país son de una fidelidad sexual práctica de referéndum paraguayo. No diría yo que se trata de una fidelidad. entusiasmada. Al contrario. Ha aparecido un nuevo tipo de fidelidad basada en que más vale el desconocido conocido que el desconocido por conocer. Y en cuanto a los solteros o divorciados, se van convirtiendo progresivamente al onanismo, lógico recurso en unos tiempos de narcicismo a la baja en los que la caridad bien en tendida empieza por uno mismo.

Los anticonceptivos de diverso tipo propiciaron el esplendor lujurioso de la década 1965-1975, que en España se prolongó por el alivio de dejar de pecar a la sombra del retrato de Franco. Saciados los ya maduros espíritus y electrónicamente aisladas las nuevas generaciones, no sólo peligra la sexualidad lúdica, sino incluso la mismísima supervivencia de la raza. El bebé probeta será utilizado, no como remedio de averías fecundantes, sino como prueba de castidad y desgana de gritos y susurros. Nada queda ya del hermoso grito ácrata: ¡Joded, joded, que el mundo se acaba! Si un pobre loco se echara a la calle con este grito por bandera daría con sus huesos en los archivos del Tribunal Constitucional. Esto no lo arregla ni un congreso de intelectuales en Salamanca.

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