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Un despecho de 300 millones

El Supremo condena al futbolista Pier a indemnizar al Sporting por su rocambolesca salida hacia el Betis

Hace cinco años, cuando estaba en el Sporting, Pier manejaba más goles que millones. Ahora, tras una carrera profesional llena de peripecias, tiene que preocuparse por afrontar el pago de los 300 millones que tendrá que satisfacer al club asturiano tras una sentencia del Tribunal Supremo. Así ha acabado un extraño episodio, en el que un futbolista se autopenaliza con una cláusula adicional para no volver al equipo de su vida, el Tenerife. El despecho por un amor no correspondido le puede salir muy caro a Pier, tanto como esos 300 millones de pesetas, más intereses, que tendrá que pagar próximamente al Sporting.La historia arranca en el verano de 1994, cuando Pier Luigi Querubino, un joven ariete de la cantera del Tenerife, fue incluido en la operación que llevó a Juanele a la isla. El Tenerife se reservó una opción de recompra por 200 millones, mientras que la cláusula de rescisión para el resto era de 500. Pier, según la versión del Sporting, se tomó tan a mal su descarte que pidió firmar un documento por el que se comprometía a pagar de su bolsillo 300 millones en caso de volver al Tenerife.

A partir de ahí las cosas se enredaron de una forma endemoniada. Pier se destapó como goleador en aquel disminuido Sporting y llamó la atención de varios clubes. Uno de ellos fue el Betis de Ruiz de Lopera, que aprovechó la opción del Tenerife para utilizarlo de puente hacia Sevilla. Teóricamente, todos contentos: el delantero mejoraba su contrato, el Tenerife ganaba 100 millones por ejercer de intermediario y el Betis se ahorraba 200 al no tratar directamente con el Sporting.

Pero el Sporting no se quedó de brazos cruzados y denunció a Pier con el respaldo de esa cláusula privada. Parecía difícil que un trabajador fuese condenado a indemnizar a una empresa, pero el Sporting fue ganando el litigio en las diferentes instancias judiciales, hasta la más reciente del Supremo. Entre tanto, Pier seguía su carrera, que se fue oscureciendo en el Betis y pareció apagarse definitivamente en el Zaragoza. Pier, agobiado por una pertinaz sequía goleadora, se deprimió y amagó con retirarse del fútbol, pero al final se volvió atrás.

Por esas carambolas del fútbol, Pier acabó regresando al Tenerife, ya sin cláusula y con el beneplácito de una afición que veía en él a una de sus escasas señas de identidad. Allí, en plena lucha por devolver al equipo a Primera División, recibió la semana pasada la noticia del fallo del Tribunal Supremo. "He pasado el día más duro de mi vida", declaró el pasado miércoles, mientras esperaba la notificación oficial de una sentencia contra la que no cabe más que el improbable recurso al Tribunal Constitucional.

Los dirigentes del Sporting ya han advertido que no habrá compasión con Pier, que hace sólo tres semanas fue sustituido en El Molinón en medio de los insultos de una afición que tampoco le perdona. Los abogados del club gijonés ya han advertido que examinarán todos los vaivenes de su patrimonio personal en los cinco últimos años para hacer efectivo el cobro de los 300 millones. Y, mientras, se mantiene la incógnita sobre un pacto con Ruiz de Lopera insinuado por Pier para que el Betis se hiciese cargo de la deuda en caso de llegarse a esta situación límite.

En el Sporting existe el convencimiento de que Pier y el Betis van a dificultar todo lo posible el cumplimiento de la sentencia. Según el presidente sportinguista, Juan Pérez-Arango, en el contrato federativo de Pier con el Betis figuraban unos ingresos inferiores a los 14 millones de pesetas que el delantero cobró en su única temporada en el Sporting. En aquel verano de 1995, cuando cominicó en Gijón el interés del Betis por ficharle, se habló de que sus ingresos iban a superar los 60 millones de pesetas.

Por unas causas o por otras, la vida profesional de Pier (28 años) está estrechamente ligada al Sporting. Frente al equipo gijonés debutó en Primera División, en la tercera jornada de la Liga 1990-91, con empate a cero. En el Sporting encontró el trampolín que se le negaba en aquel gran Tenerife de Jorge Valdano, aunque participó con un gol al Real Madrid en la fiesta que entregó uno de los títulos de Liga al Barcelona. Sus goles en El Molinón ayudaron a superar la promoción que tuvo que afrontar el Sporting en 1995 y, pocas semanas después de salir aclamado por la afición gijonesa, pegó la espantada que ahora le trae de cabeza.

"Con la ayuda de mi familia, mis compañeros y de toda la isla superaré este golpe anímico. El económico me preocupa menos", señaló Pier.

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