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Columna
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Sueldos

Elvira Lindo

Hay un tipo de mendigo universal, ese que entra en el vagón del metro y te da una charla sin mucho convencimiento. La frase antológica de este profesional de la mendicidad es: "Antes prefiero pedir que robar". Dicho mendigo universal, personaje valleinclanesco que echa mano de una retórica bondadosa para enternecer al pasajero, sabe de antemano que nada va a conseguir y que provoca el escepticismo de unos pasajeros que no suelen darle nada. El mendigo universal se baja del vagón cagándose en los muertos del pasaje y decidido a pegarle el tirón a una vieja, no porque él quiera, ¡cuidado!, sino porque se ve abocado por la indiferencia de un público que va a lo suyo y que, según nuestro mendigo moralista, se convierte en cómplice y corresponsable del consabido tirón a la viejecita.

El personaje se me vino a la cabeza cuando leí que el alcalde de Mijas, don Agustín Moreno, se ha visto obligado a dimitir por coherencia personal, o sea, porque el partido le instaba a rebajarse el generoso sueldo que él mismo se había asignado. El ciudadano no sale de su asombro ante el hecho de que no haya una ley que decida por encima de los deseos de los políticos, y en estos días es un tema recurrente el comparar el sueldo de tu alcalde con el del pueblo de al lado. A ver quién lo tiene más grande. Pero lo que es verdaderamente de antología es la razón por la que el ex alcalde de Mijas justificaba esa cantidad tan estupenda de dinero. Según el político, en pueblos con una fuerte presión urbanística, el alcalde ha de estar blindado con un buen sueldo para no caer en la tentación de aceptar gratificaciones de los constructores. A esto se le llama poner el dedo en la llaga.

Los empleados infrapagados, los mileuristas, toda esa parte del país que vive lampando, deberían aplicarse el cuento: mejórenme el sueldo, por favor, porque no quiero caer en la tentación de levantarle dinero a la empresa. Lástima que a los trabajadores no se les presente la posibilidad del pillaje para poder presionar al jefe con semejante honradez.

Para colmo, luego tampoco les tiran del bolso a las abuelas. Más que buenos son tontos.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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