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Columna
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Tiempo perdido

Manuel Rivas

La diferencia. En España hay cosas que solo puede hacer la derecha. Suárez no recurrió al Supremo sino a la Semana Santa para legalizar el Partido Comunista, el más español de los partidos. Lo mismo podría haber hecho Zapatero con Sortu, pero lo crucificarían. Ya tenían los clavos preparados. En el caso de Irlanda del Norte, el conservador John Major creó las condiciones para que Blair culminase el trabajo. La distancia política entre Reino Unido y España es la que va de Major a Mayor (Oreja). La diferencia entre ganar o perder el tiempo. Las moscas. Las agencias de calificación trabajaban para los ricos y se equivocaron en todo a la hora de pronosticar los problemas del futuro, así que ahora les han buscado una misión fúnebre: señalar al potencial difunto para desvalijarlo. Si todavía estamos vivos, hay que quitarse esas moscas de la cara. Liz&Dick. Tal vez Cleopatra existió para ser interpretada por Liz. Incluso Elizabeth Taylor existió para ser interpretada por Liz. Y las dos existieron, Elizabeth y Liz, para ser la inmensa Martha de ¿Quién teme a Virginia Woolf? A igual que la elocuencia radica en el que oye, la belleza se muestra en el trastorno de quien la tuvo a su alcance. Richard Burton, Dick, le regaló a Miss Tits el mayor diamante, por el que había pujado por teléfono desde un pub galés, jaleado por los mineros, pero también un apodo mejor que el de las tetas: Ocean, My little Jewish tart. Recibió a cambio una bolsa de cuero con las obras de William Shakespeare, que nunca abandonó. Lo merecía. Era un gran amante caligráfico: "Mis ojos ciegos esperan desesperados tu mirada". Así que lo postrero que hizo Dick el día de su muerte fue escribirle una carta de amor, que ella mantuvo secreta en la mesilla de noche hasta el final. ¡Eso sí que es compartir el último trago!

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