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Entrevista:TÉ CON... DORA DOLZ

"Toda mi vida está escrita en boleros"

Isabel Ferrer

Con la invitada convertida en anfitriona por culpa de una grave enfermedad, éste debía ser forzosamente un encuentro distinto. Dora Dolz (Barcelona 1941) recibe además en su casa, oscurecida estos días por su postración y una lluvia constante que deja apenas respiro al siempre hermoso cielo holandés. Pero la artista, que lleva 40 años iluminando parques, puentes, jardines o escuelas con una obra "en la tradición de Gaudí y de Juan Gris", según Sjarel Ex, director del Museo Boijmans van Beuningen, de Rotterdam, ha visto satisfecho su mayor deseo. La retrospectiva que estos días le dedican allí salda una doble deuda blanca. Ésas que se contraen con el tiempo y el corazón. La presenta a su público más cercano, y cierra a la vez un círculo creador. O mejor, abre uno de los centros más señeros del país a una obra que lo abarca casi todo. Desde el óleo y la cerámica hasta el cristal, los tapices, la porcelana y hasta los muebles. Un trabajo que es el segundo expuesto por un español al aire libre en Holanda. El otro lo firma Picasso.

Dolz y Picasso son los únicos españoles que han expuesto en un parque holandés

"Tengo tres proyectos en marcha, pero la antológica es especial. La selección del Boijmans es sobre todo mía, y verla en un museo querido es enriquecedor", asegura. Fuera sigue lloviendo y el viento sopla con fuerza de temporal. Un detalle nada anecdótico en Rotterdam, que parece limitar por todas sus esquinas con el mayor puerto de Europa. En Casa Dolz, como bien podría llamarse su domicilio, sus piezas y las de algunos colegas de cabecera llenan el ambiente. El estudio está dentro y, aunque hace días que no trabaja, la esperan los cuadros religiosos de la última época. Un terreno delicado al que la artista se ha ido acercando casi sin notarlo. "Fíjate que he pintado un Cristo crucificado con flores. Creo que es el único de la historia de la pintura así adornado", dice. La tela es cálida a pesar del martirio. En esta serie de La Pasión, con lámparas de cristal en forma de corona de espinas, hay otras escenas de igual claridad.

Antes de que la conversación comience a fatigarle, recuerda: "Lo de pintar comenzó cuando me regalaron un jarrón muy feo. Pensé que había que hacer algo y luego he puesto jarrones en todos mis cuadros". La hija mayor de la artista, la cineasta Sonia Herman Dolz (tiene también un hijo, Pedro, y cuatro nietos), se encarga de seguir un relato vital apoyado en el arte para cimentar la integración en la sociedad holandesa. A Rotterdam llegó Dora Dolz con su marido, Bohuslav Herman, peruano de origen checo, en 1965. Antes habían estado en Perú y Bolivia y no pensaban quedarse.

Con el tiempo, todo pareció encajar. El hecho de que estudiara en la Academia de Bellas Artes de la ciudad, adonde acudía con su niño en el capazo. La especialización en Arte Monumental y Gráfico. Los múltiples premios, como el último y más emotivo, que reconoce su impronta en la ciudad en recuerdo de su fundador medieval, Wolfert van Borselen. Y, luego, la influencia y amor de Kees Franse, un artista que le "ayudó a entender Holanda". La frase es de la pintora, pero extraída del documental Retrato de Dora Dolz, filmado por su hija. Ella misma invita a verlo en la despedida para redondear su perfil, y allí dice que "tiene su vida escrita en boleros". También afirma que siente a Holanda como suya, y querría saber si su tierra natal la acogería hoy todavía como propia. Una incógnita para la que tal vez valga la respuesta de Adrianus van Luyn, obispo de Rotterdam, a propósito de sus dudas teológicas. Le dijo que "ni siquiera creer era saber".

Vivienda de Dora Dolz Rotterdam

- Agua con limón

- Un té

Invitación de la artista

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