Victoria

Los romanos crearon su imperio a golpe de sandalia, a uña de caballo, con la fuerza de los remos o a impulso del viento en las velas. A esa velocidad en poco tiempo llegaron al norte de Gran Bretaña, al centro de Europa, a los confines de la Anatolia, al corazón de África. Si los romanos hubieran tenido los medios actuales de transporte, incluyendo aviones y cohetes espaciales, está demostrado científicamente que después de 2.000 años de civilización, al día de hoy en que se va a jugar el partido de fútbol España-Italia, su imperio habría ocupado todo el sistema solar. Los romanos levantaron puentes y acueductos, crearon el derecho, conquistaron naciones a sangre y fuego mientras se divertían en el circo como la hazaña vital más importante. Cuando los ibéricos íbamos todavía en taparrabos apacentando cabras ellos ya habían construido el Coliseo y la cúpula del Panteón. Desde entonces llevan implantado el gen de la victoria. Se ha dicho muchas veces que un partido de fútbol es la forma moderna de conquista, que se expresa en el resultado del marcador o una guerra cuya violencia se ha convertido en un juego dirigido por un árbitro. Ignoro si el complejo del equipo español frente al italiano se deriva de Sagunto o de Numancia. En un caso los ibéricos resistieron hasta la muerte frente a Escipión y en otro dieron su vida por Roma contra los cartagineses. En aquel tiempo no había psicoanalistas, pero esta es una historia clásica de diván, que arrastra sus secuelas hasta hoy. He aquí el problema reducido al fútbol: frente a los italianos el equipo español tiene miedo a ganar; en cambio los italianos frente al equipo español tienen miedo a perder. Con la cara pintada con los colores nacionales, que nos retrotraen al patriotismo de las tribus salvajes, los hinchas de cada bando asumen colectivamente este complejo. Muchas de nuestras banderas llevan la imagen del toro, un herbívoro rumiante, que en España es un animal esencialmente perdedor. Por otra parte Manolo el del Bombo ha tenido la osadía de aporrear su instrumento con la maza en Salzburgo, patria de Mozart. Pese a estos dos escarnios hoy es el día en que el equipo español puede sacudirse el complejo de derrotado para dar de una vez la vuelta a la historia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Archivado En
Últimas noticias
500 conductores dan positivo en alcohol al día en una semana de vigilancia de Tráfico
Familia y amigos se despiden de Carles Vilarrubí en un funeral en Barcelona
La asistencia a las salas de cine en España disminuye un 8% en 2025
Eurostar suspende sus servicios en el túnel del canal de la Mancha por un problema eléctrico
Lo más visto
- La Audiencia Nacional avala la decisión de Robles de retirar el nombre de Franco a una bandera de la Legión
- Rusia amenaza con romper las negociaciones tras acusar a Ucrania de atacar una residencia de Putin
- Estados Unidos usó drones de la CIA para golpear un puerto de Venezuela ligado al narcotráfico
- Robles exige a Feijóo que pida disculpas por decir que el Ejército no acudió en ayuda de las víctimas de la dana
- Alain Aspect, Nobel de Física: “Einstein era tan inteligente que habría tenido que reconocer el entrelazamiento cuántico”




























































