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Reportaje:

Los 'babalaos' ven cambios en Cuba

Santeros, ateos y comunistas, expectantes por lo que pueda traer 2007

Unos leen el Granma y dicen ser ateos; otros le preguntan a Orula, el orisha de la adivinación en las religiones afrocubanas, pues creen que en las divinidades del monte está toda la sabiduría y las claves del porvenir. Este año, comunistas y babalaos, los sacerdotes del culto popular más extendido en la isla, parecen estar de acuerdo: hace falta una mejoría económica, asegurar la comida en los hogares y en el país; prosperidad, o de lo contrario todo se torcerá. Según los babalaos, este año puede producirse una apertura económica en Cuba, y aunque no sea la autoridad la que impulse los cambios, de todas formas llegarán.

Como todas las Nocheviejas, este 31 de diciembre, a la hora que en la isla se conmemoraba el aniversario 48 del triunfo de la revolución y La Habana celebraba la llegada del nuevo año con una sopa de ron, se reunieron en la capital dos grupos de babalaos para sacar la Letra del Año, la predicción de Ifá para Cuba y el mundo que regirá en 2007. El cónclave más multitudinario, con 950 oficiantes, tuvo lugar en la casa-templo de Cuquita, en la calzada de 10 de Octubre, barrio de La Víbora. Como es costumbre, el babalao más joven y supuestamente el más inocente fue el que sacó el Oddun del año, y la letra en cuestión no fue otra que Ofun Otura, la misma que en 2005 castigó la isla con enfermedades y devastadores huracanes.

Orula, el 'orisha' de la adivinación, señala que es tiempo de transformaciones, según los 'babalaos'

Un signo "fúnebre", según los babalaos, pero que este año tiene una peculiaridad favorable: por primera vez la divinidad que rige es Ochosi, dios guerrero y capaz que se encarga de garantizar los suministros y que tiene habilidades para ver a gran distancia, escuchar el más mínimo sonido y actuar con rapidez.

El 2 de enero, reunidos en casa de Cuca y bajo la protección de diversos santos y yerbas del monte, dos babalaos, Lázaro Cuesta y Víctor Betancourt, y la etnóloga Natalia Bolivar, dieron su interpretación sobre el oddun de 2007, esperado por miles de cubanos practicantes de la santería, pero también por ateos y comunistas, por si acaso.

Entre los acontecimientos "de interés social" este año, los babalaos destacaron "modificaciones en el sector de la agricultura"; y más de uno de los periodistas presentes, que días antes habían informado de la última reunión del Parlamento cubano, recordaron las declaraciones del presidente interino y jefe del Ejército, Raúl Castro, que exigió a ministros y diputados acciones "concretas" para aumentar la productividad en el campo y mejorar las condiciones de vida de la población.

Los babalaos, que consultan diariamente a numerosas personas en sus casas y conocen bien los anhelos y preocupaciones de la gente, afirman que Orula señala que es tiempo de cambios y transformaciones. "El cambio se percibe en las previsiones, pero va por un canal independiente al cambio político", dijo Betancourt, que no cree que la salida de escena de Fidel Castro, que transfirió el poder el 31 de julio debido a una grave enfermedad, vaya a ser un detonante. "El cambio va a venir, con independencia de que lo aliente o no el Gobierno".

Los babalaos informaron que este año la divinidad acompañante es Oyá, divinidad de los vientos suaves y guardiana del cementerio. Con buen juicio, nadie quiso hacer pronósticos sobre la evolución de Fidel Castro. "Las recomendaciones son que los médicos que atienden el caso cuiden de que no haya complicaciones con enfermedades contagiosas", dijo Betancourt. Orula alertó además sobre tragedias entre vecinos, rupturas de convenios entre países amigos y hasta intervenciones militares. Para prevenir éstas y otras desgracias, los babalaos realizarán próximamente el "sacrificio colectivo" de un carnero "en beneficio de la comunidad" y para alejar todo lo malo. Amén.

Un <i>babalao, </i>sacerdote de cultos afroamericanos muy populares en Cuba, ayer en La Habana.
Un babalao, sacerdote de cultos afroamericanos muy populares en Cuba, ayer en La Habana.REUTERS

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