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Tribuna
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La cuchilla

Rosa Montero

Progresa la barbarie: en Egipto ya no está prohibido mutilar niñas. Anualmente, y en todo el mundo, dos millones de pequeñas entre cuatro y doce años son sometidas a esta salvajada. Como saben, la ablación, o extirpación del clítoris, suele estar hecha por matarifes de, barrio, sin anestesia ni asepsia de ningún tipo. Las infecciones y complicaciones posteriores, incluida la muerte, son comunes. El clítoris, sensibilísimo y lleno de terminaciones nerviosas (espanta pensar en la cuchilla), es el centro del placer sexual de las mujeres. Por eso las rebanan: para evitarles el gozo, para castrarlas. En algunos países, además de cercenar sus carnes más vivas, infibulan a las niñas, esto es, cosen sus vaginas, dejando tan sólo una, mínima rendija para que pase la orina; y luego, anos después, el marido las abre a punta de cuchillo la noche de bodas. No creo que haya una imagen más elocuente y bestial de la patología extrema del sexismo. Y no se trata de la fantasía sádica de una revista pornográfica, sino de un hecho real y horripilante. En el mundo hay 120 "millones de mujeres mutiladas.Ahora en Egipto han dado un paso atrás en la lucha contra esta monstruosidad, y esto nos obliga moralmente a los demás a dar un paso adelante. No podemos permitir una práctica salvaje que consiste en torturar de modo sistemático a todas las niñas, dejándolas gravemente dañadas de por vida. Imaginen, que el antiguo régimen surafricano hubiera instituido la costumbre de rebanar en vivo el pene de todos los niños negros: ¿qué no hubiera hecho la ultrajada y horrorizada comunidad mundial por impedirlo?

Eso mismo tenemos que hacer ahora en, la UE: tomar medidas económicas contra los países que, como Egipto, cultivan esta atrocidad. Y reconocer como refugiada política a toda mujer que huya (por ella o por sus hijas) del suplicio.

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