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Reportaje:

'El hundimiento' de Adolf Hitler

El cine alemán tiene por fin el coraje de mirar en los ojos del dictador

Andrea Rizzi

Berlín, primavera de 1945. Adolf Hitler vive sus últimos días encerrado en un búnker construido bajo los suelos de la cancillería, en el corazón de la capital alemana. El líder delirante que había atemorizado a Europa es ya sólo un hombre que ha perdido el control de la guerra, y de sí mismo. Son precisamente los últimos 18 días del régimen nazi los que aborda Der untergang (El hundimiento), la película que dirige Oliver Hirschbiegel, protagoniza Bruno Ganz y que se estrenará en septiembre en Alemania.

Mientras Hitler está bajo tierra, en la superficie la Armada soviética avanza inexorable desde el Este. Sus bombas caen sobre la capital, destruyéndola. Escondido en su refugio, Hitler pasa tardes enteras jugando con su perro pastor, comiendo obsesivamente tartas de chocolate, incapaz -según su secretaria personal, Traudl Junge- de dictar el texto de una carta. En las reuniones con sus oficiales se muestra titubeante, los dedos de sus manos tiemblan.

La obra representa quizás el cierre definitivo de la herida abierta por el horror del Tercer Reich

El hundimiento es una reflexión sobre el pasado más inquietante del pueblo alemán basada en el homónimo y exitoso libro del escritor y periodista Joachim Fest (Berlín, 1926).

Bernd Eichinger, reconocido productor alemán de películas como El nombre de la rosa y Christiane F., llevaba veinte años imaginando un largometraje que tratase ese periodo histórico. La obra de Fest, publicada en España por Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, indicó al productor, en 2002, el punto de vista equilibrado sobre un asunto tan delicado para la sociedad alemana.

Eichinger adaptó el texto para la pantalla en cuatro semanas, y Fest fue la primera persona en leer el guión. "Si él hubiera dicho que no le gustaba, yo habría dejado el guión en una estantería", dijo Eichinger. Pero Fest aprobó la adaptación y un año después la película se estaba rodando entre Leningrado y Múnich.

La historia comienza el 20 de abril de 1945, día en el que el dictador cumple 56 años. Hitler, según los testimonios recogidos por Fest, es un hombre desesperado, obsesionado por sus miedos.

Eichinger describe El hundimiento como "una canoa lanzada en un río torrencial hacia las cascadas. La velocidad sube y tú sabes que es imposible parar". Hitler sabe que con los tanques soviéticos se acerca el fin. En la angustiada espera por la derrota definitiva, el Fürher declara: "Podemos hundirnos. Pero nos llevaremos a un mundo con nosotros". La película es el reflejo de aquel delirio final. "La autenticidad ha sido la prioridad", asegura el productor.

El director Oliver Hirschbiegel, autor de El experimento, ha podido contar con Bruno Ganz, el inolvidable ángel de El cielo sobre Berlín, de Wim Wenders, para el papel de Hitler. Antes, ningún gran actor de habla alemana había ofrecido su rostro para una interpretación tan delicada. El nazismo ha sido para la Alemania de la posguerra un tema tabú, una experiencia monstruosa en cuyos ojos nadie quería fijar la mirada. El hundimiento representa, quizás, el cierre definitivo de la herida abierta por el horror nazi.

La sensación parece confirmada por otra producción alemana, Speer und er, un filme para la televisión sobre el urbanista Albert Speer, una de las figuras más controvertidas del Tercer Reich. La película, dirigida por Heinrich Breloer, ilustrará la vida del arquitecto y ministro del régimen por el que Hitler, según Fest, tuvo una platónica atracción homosexual.

En la sociedad alemana, el debate sobre la oportunidad de colocar a Adolf Hitler en el punto de mira de una película está abierto, vivo. Tal vez los alemanes se están liberando de lo que solían definir como el "pasado que no pasa".

El actor alemán Christian Berkel, que interpreta al profesor Schenck en <i>El hundimiento</i>.
El actor alemán Christian Berkel, que interpreta al profesor Schenck en El hundimiento.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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