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Entrevista:ESTHER FERRER | Artista plástica y de 'performance'

"En mis insomnios pienso en el número pi"

Pregunta. ¿Qué ha hecho con el importe del Premio Nacional de Artes Plásticas? ¿Le ha dado su parte a Solbes?

Respuesta. ¿Tengo que dársela? Si no le conozco. He recibido un papel del ministerio en el que me hablan del premio y no me dicen en absoluto que hay que darle a nadie nada.

P. ¿Dónde está el límite entre la performance y la tomadura de pelo?

R. En la interpretación del que lo ve. Es una de las ventajas del arte: que depende del espectador, de sus experiencias, sus gustos, del humor de ese día.

P. ¿Es una loca desatada?

R. Bastante [ríe], aunque menos de lo que la gente cree.

P. ¿Y cuarenta años en esto no son muchos para vivir del cuento?

R. Oiga, ya me hubiera gustado vivir del cuento. Pero no, hija, no. Yo trabajo muchísimo.

P. ¿Su obra plástica es una justificación para que se vea que, de vez en cuando, da un palo al agua?

R. Oiga, que la performance da mucho trabajo. Yo la preparo cuidadosamente. Y como no tengo muchas ideas, la que tengo la trabajo verdaderamente. He estado usando la cabeza, en la medida de mis límites.

P. Igual se quedó así por estudiar periodismo.

R. Hombre, es un factor que influyó [ríe]. Aunque no fuera el único, yo creo que tuvo su importancia. Y cuando me echaron de la Universidad del Opus, decidí dedicarme a esto.

P. ¿Se puede morir de vanguardia?

R. ¿De sobredosis de vanguardia? Seguro. Y, además, es más peligrosa que la de la heroína.

P. La vi en un teatro donde un señor le ponía la mano en la delantera largos minutos y aquello resultaba ser El caballero de la mano en el pecho.

R. Más verdad, imposible. A El Greco igual le hubiera gustado mucho. Seguro que él lo hizo para dar unas ideas a ZAJ, el grupo que teníamos entonces. Fue un vanguardista.

P. ¿Estar en Arco no es pasar por el aro institucional?

R. No. Yo vivo de mi trabajo, y lo vendo. Arco es una feria comercial. Hay especulación en arte igual que la hay en los pisos.

P. De lo que ve alrededor, ¿qué es el colmo del absurdo?

R. Arco [risas].

P. ¿Nunca le han preguntado si es rarita?

R. Rarita, no. De una cierta manera, preguntarme si tengo alguna enfermedad mental, sí. Pero de una manera muy polite.

P. ¿Y?

R. Conocida, no. Los expertos no me la han detectado.

P. ¿Cuántas veces ha tenido que salir por pies?

R. En las manifestaciones, muchísimas. La última vez en París, en una de sin papeles.

P. ¿Y artísticamente?

R. En la época de ZAJ, cuando nadie sabía lo que era una performance, sí. Era genial. En América una vez nos agredieron de una manera brutal. Era una pieza de una hora que se llamaba El secreto, y nos contábamos un secreto. Y si te cuentas un secreto, nadie puede oírlo, lógicamente. Todo el mundo sabía a qué atenerse.

P. Exhibe su cuerpo y es centro de muchas de sus obras. ¿Tiene el ego perjudicado?

R. Pues a lo mejor [ríe]. Nunca he tenido problemas con enseñar mi cuerpo porque éramos nueve hermanos y mi casa era grande, pero había un único cuarto de baño. No sé qué pasa con esa mitología del desnudo.

P. Si Cage o Duchamp la vieran ahora, ¿le pedirían derechos de autor?

R. Hombre, yo creo que no. Pero a lo mejor sí, porque el dinero es el dinero. Ellos, no. Pero sus galeristas, seguro.

P. ¿Qué performance se imagina con el Rey?

R. Ninguna. Sobrepasa mi imaginación, porque soy republicana.

P. Reflexiona sobre los números primos y el número pi. ¿Venga a darle al 3,14 por las noches?

R. Me gusta mucho pensar en el universo, en los agujeros negros, en por qué esto existe en lugar de nada. El pi es un número infinito, como los primos, y esto me fascina. En mis insomnios pienso en eso.

P. ¿Ahora podría darme un mandoble y decir que es un happening?

R. No. Sería una agresión estúpida por mi parte. No sería un happening, porque no lo habría hecho con intención de que lo fuera. Lo que cuenta es la intención.

P. ¿Y para happening, las sesiones parlamentarias de esta semana entre Zapatero y Rajoy?

R. ¿Las prepararon antes? ¿Estudiaron bien los movimientos? ¿Había participación del público?

P. Las prepararon seguro. Y los diputados aplaudían.

R. Pues entonces, a lo mejor sí.

P. ¿Morirá en pelotas, ya que a veces ni siquiera se deja las botas puestas?

R. En pelotas, no sé. Pero lo que sí creo es que casi seguro moriré trabajando.

Esther Ferrer en el espacio de EL PAÍS en Arco, ante una de sus obras.
Esther Ferrer en el espacio de EL PAÍS en Arco, ante una de sus obras.ULY MARTÍN

Perfil

Es donostiarra, tiene 71 años, y desde hace 30 reside en París. No sabe quiénes son Solbes o Rouco Varela. No tiene teléfono móvil, ni televisión ni coche, desayuna agua tibia y afirma que no entiende nada de lo que le rodea, especialmente la política, "el absurdo globalizado". Le gusta el whisky "bueno", pasear y montar en bici, ir a conciertos y leer. Se dice "adicta a la desobediencia civil", y no se separa de su libro de Lao-tsé desde que estudiaba Bachillerato.

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