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Entrevista:DESAYUNO CON... EUFROSINA CRUZ

"El miedo es el peor enemigo del ser humano"

Tiene 32 años y lleva 20 peleando. Desde que a los 12 abandonó su aldea calzada con huaraches de plástico y dos mudas bajo el brazo. Caminó 10 horas, hasta descubrir que había un "monstruo llamado autobús" que la llevaría a un "pueblo grandote". Desde ese momento, nada fue igual para ella; ni para miles de personas unos años después. Eufrosina Cruz Mendoza, mexicana de la etnia zapoteca, ha conseguido el voto para las mujeres indígenas en las elecciones municipales allí donde los "usos y costumbres" les negaban elegir y ser elegidas -casi uno de cada cinco de los 570 municipios de su Estado, Oaxaca-.

"Tuve que huir para poder ser libre. Por eso mi libertad es lo más sagrado". La dulzura con que habla Cruz contrasta con la dureza de lo que cuenta. Aquella escapada para evitar el matrimonio obligado -"a los 12 años ya era una mujer, sabía hacer tortillas y estaba preparada para lo que pudiera venir"- y muchas horas de ganarse la vida como vendedora le permitieron aprender español y licenciarse como contadora pública. Con el título universitario bajo el brazo, desató la revolución en su pueblo, Santa María Quiegolani: en 2007 se presentó a las elecciones municipales. Las ganó, pero se anularon por no ser varón, "y a pesar de que los que me habían votado eran hombres". "En mi entorno, ser mujer es casi una odisea. No decides por tu rumbo. Deciden tu destino por ti. Cuando te rebelas, te vuelves problema".

La activista ha logrado el voto para las mujeres indígenas en Oaxaca

La Eufrosina-problema, que desde hace un año preside el Parlamento de Oaxaca con el respaldo de varios partidos, incluido el de Acción Nacional, solo bebe algún sorbo de zumo al enhebrar su historia. Los cereales con leche aguardan sobre la mesa. Si en su comunidad Cruz había aprendido qué es la discriminación por ser mujer, en el "pueblo grandote", Salina Cruz, descubrió otro tipo, el que acarrea "ser indígena". Con las dos discriminaciones a la espalda, cada vez que volvía a su pueblo hacía cosas que las mujeres no debían, como "ir a la cancha a jugar básquet", o a tomar una copa de mezcal para intentar entrar en el mundo de los hombres, comprenderles. "Las letras de los libros me decían que todos somos iguales, pero eran letra muerta, porque para mi entorno no era así. Empecé a cuestionarme muchas cosas". Una lágrima se escurre por su mejilla. "Ninguna tradición, ningún uso y costumbre, puede estar por encima de los derechos humanos", reflexiona.

Con esa idea clavada, Cruz empezó la batalla por los derechos de las mujeres. Dio el salto a la política cuando vio que era "la vía más rápida de lograr cambios". Sus paisanas estrenaron el sufragio municipal el año pasado. "Lo más sagrado que han visto mis ojos fue ese día. Mi madre se levantó tempranito. Se puso su vestido más bonito porque iba a votar", relata.

La activista, que da cuenta del revuelto despacito, no es persona de pararse en barras.

"El peor enemigo de un ser humano es el miedo", dice tras haber pasado dos años "con escolta policial, por las amenazas de los caciques". "Los indígenas tenemos capacidad, pero se nos ha negado la oportunidad", enfatiza antes de despedirse para contar estas cosas en la Fundación Carolina, en el Encuentro de Mujeres Líderes Iberoamericanas. Aquella niña que huyó es una de ellas.

Cruz huyó con 12 años de una boda forzada.
Cruz huyó con 12 años de una boda forzada.SAMUEL SÁNCHEZ

Hotel Vincci Soho. Madrid

- Dos desayunos bufé (zumo de naranja, café con leche, cereales, revuelto y pan con tomate).

Total: 34,56 euros.

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