"El miedo te puede paralizar como gobernante"

El restaurante ha sido elegido con cuidado. Es el de Darío Barrio, chef televisivo que fue el primero en apuntarse al boicoteo al atún rojo que promueve WWF, la organización ecologista que preside Yolanda Kakabadse. Cuando el cocinero se acerca a saludar, la mujer, nacida en Quito (Ecuador) en 1948, aprovecha para proponerle que se cree un sello distintivo de establecimientos que ofrecen productos sostenibles. Luego Kakabadse se presta a la broma de pedir agua del grifo en vez de embotellada. Pero -disgusto-, el restaurante no la pasa. "Lo del agua es terrible. Va a ser el gran problema de la humanidad. ¿Qué sentido tiene que en Nueva York vendan botellas de Fiyi?". Por lo menos la etiqueta tiene papel de origen certificado, observa aliviada.

La presidenta de WWF cree que el medio ambiente ha perdido apoyos

Kakabadse, que es psicóloga, parecía predestinada a la lucha medioambiental. "Mi papá era ingeniero, y yo fui la primera de la escuela que visitó la Amazonia. Tenía ocho años, y no había carreteras. Cuando contaba que había conocido indígenas o que había cruzado un río a caballo era la reina de la clase". La relación con la naturaleza se mantuvo cuando tuvo el primero de sus dos hijos. "Los abuelos decidieron que comerían sano, y todavía hoy me traen huevos y verduras de su huerto", cuenta. Y debe de ser la tranquilidad sobre el origen de lo que come durante la entrevista, que da buena cuenta de ello.

Tras la universidad, Kakabadse y unos amigos crearon la Fundación Natura. "Estábamos enfocados al desarrollo sostenible. Hoy sé que eso y la conservación de especies son lo mismo", aclara. Por cierto que eso no impidió que de joven fuera aficionada a los toros, como cuenta sin un ápice de remordimiento. "Supongo que con la edad te das cuenta y lo dejas", dice. Y da otra prueba de su apertura mental: "Tenemos que replantearnos la postura con los transgénicos. Ahora sabemos mucho más, y a lo mejor no tiene sentido un rechazo generalizado".

Kakabadse fue fichada por la ONU para la preparación de la cumbre de Río (1982). "Fue la primera vez que se dio voz a la sociedad civil. Coordinar todo aquello fue una experiencia muy enriquecedora. Había de todo, grandes corporaciones y pequeños grupos de indígenas".

Por si le faltara algo a su currículo, también fue ministra de Ambiente en su país entre 1998 y 2000. "Aprendí dos cosas. El impacto de tomar decisiones para todo el país, y lo importante que es arriesgarse. El miedo te puede paralizar como gobernante".

La presidenta de WWF, una organización que cumple 50 años, no es optimista respecto al futuro. "Latinoamérica ha perdido su tren, y los temas medioambientales importan cada vez menos. Que la cumbre Río + 20 se haya cambiado de fecha porque estaba muy cerca de una del G-20 y los líderes mundiales amenazaban con no ir es una prueba". Y cree que eso nos pasará factura si no se pone remedio. "El 70% de los conflictos mundiales tiene origen socioambiental: el agua, el crecimiento de las ciudades, los ríos, el uso de agroquímicos...". "El conflicto conservación-desarrollo no es válido. Tienen que ir de la mano", sentencia.

Las peras con vino del postre llegan sin pedirlas. "Están buenísimas, pero me va a costar una buena sesión de gimnasio", dice al despedirse.