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Reportaje:

Dos mujeres contra la corrupción

200 personas están imputadas en el caso de compra de árbitros en Portugal

El megaproceso judicial Pito Dorado, que el martes entra en su fase decisiva de instrucción y en el que han sido imputados 198 dirigentes, árbitros, árbitros asistentes, alcaldes, concejales y empresarios relacionados con la compra de colegiados y partidos en las ligas portuguesas de fútbol de primera y segunda división, avanza por fin hacia el juicio oral, tras años de investigaciones y parones, gracias al empuje y el coraje de dos mujeres.

Los defensores piden la nulidad de las escuchas telefónicas por supuesta violación de las leyes

Una es Carolina Salgado, la ex compañera de Pinto da Costa, el todopoderoso presidente del Oporto, un hombre tan odiado como querido, al que en Portugal se conoce como El Papa. Tras convivir muchos años con Pinto y separarse de él, Salgado escribió un libro (Yo, Carolina) que ha agotado ya 12 ediciones y en el que revela, entre otras cosas menos públicas, que su ex pareja montó una estructura de corrupción para favorecer al Oporto. La otra mujer crucial es la fiscal general adjunta, María José Morgado, jurista con reputación de inflexible, que ha sido nombrada por su jefe para coordinar la investigación de este macrocaso, construido con 16.000 escuchas telefónicas, que tiene conmocionado al país.

Cuando la dulce y vengativa Carolina Salgado supo que la eficaz y temida Morgado se iba a encargar de coordinar el caso Pito Dorado, sólo declaró una cosa: "Es una mujer excelente". A partir de ahí, las dos se pusieron manos a la obra. Morgado tomó declaración a Salgado, y ésta amplió las revelaciones del libro diciendo que Pinto da Costa no sólo compraba árbitros que pitaban al Oporto sino los que arbitraban al Benfica. Tras oírla, Morgado ha decidido reabrir los procesos, archivados en su día por falta de pruebas, que analizan la compra de dos partidos de la temporada 2003-2004, el Oporto-Estrela de Amadora (2-1) y el Nacional-Benfica (3-2).

Según declaró Salgado, Pinto da Costa, el presidente del Nacional, Rui Alves, y el empresario afín al Oporto António Araújo arreglaron la derrota del Benfica ante el Nacional poniendo a disposición del cuarteto arbitral un servicio de prostitutas la víspera del partido. La ex compañera de El Papa confirmó además que su ex pareja tenía montado un chiringuito de compra de árbitros en el que se combinaban dos tipos de sobornos (con sexo y con dinero) y el tráfico de influencias con los dirigentes arbitrales y los de la Liga.

Los investigadores siempre sospecharon que el viejo sistema de facilitar favores sexuales a los árbitros era una de las constantes del caso, pero no habían podido probarlo a pesar de las numerosas escuchas grabadas porque los presuntos corruptores utilizaban claves más o menos cifradas.

La ex compañera de Pinto da Costa también declaró contra el imputado más mediático, Valentín Loureiro, popular alcalde de Gondomar, supuesto amigo de ella y de PdC y ex presidente de la Liga Profesional, que está acusado de 26 delitos de corrupción en grado de complicidad y de dos de prevaricación. Salgado dijo al juez que Loureiro y el presidente del Colegio de Arbitraje, Pinto de Sousa, se reunían regularmente en un restaurante para combinar arbitrajes favorables al Gondomar, en un momento en que sus móviles estaban ya bajo escucha.

A pesar de que la llegada de María José Morgado ha revitalizado un caso que parecía languidecer ante el escepticismo general, la jurista, especializada en delitos económicos y conocida por su activismo juvenil en la izquierda radical (perteneció al mismo grupúsculo maoísta que el actual presidente de la UE, José Manuel Durão Barroso), no lo tendrá fácil para llevar el Pito Dorado a buen puerto. El abogado de Pinto da Costa ya ha declarado que sería un "un milagro de Nuestra Señora de la Encarnación" que aparezcan pruebas válidas. Y los otros defensores han pedido la nulidad de las pruebas obtenidas mediante escuchas alegando que se hicieron violando hasta tres artículos del código procesal.

La fiscal general adjunta, María José Morgado (arriba), y Carolina Salgado, ex compañera del presidente del Oporto.
La fiscal general adjunta, María José Morgado (arriba), y Carolina Salgado, ex compañera del presidente del Oporto.PÚBLICO

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