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Entrevista:ALMUERZO CON... MARÍA SAN GIL

"No quiero vivir en mi ciudad con un alcalde de Bildu"

Javier Casqueiro

Era una comida de reencuentro, amistosa y agradable. La disculpa perfecta para glosar En mitad de mi vida, el libro en el que María San Gil, la anteriormente conocida como heroína vasca del PP de Jaime Mayor Oreja, relata la primera parte de sus desvelos públicos y privados. Pero no fue así. Fue un choque descarnado. Como es ella. Como ha sido hasta ahora su biografía. Un frontón de reproches para aclarar viejas dudas. Ha estado tres años callada, agazapada, y ahora ha estallado. Sin matices: "No soy mujer de grises. No se entendería. ¿Por qué no se me deja ser como soy? ¿Por qué tengo que pedir perdón por no ser políticamente correcta? Me atacan por mi forma de ser, incluso personal, en mi propio partido, y muchos porque sigo considerando referentes y amigos a José María Aznar y Jaime Mayor. Pero es que lo son y me lo han demostrado cuando era alguien y también ahora".

La exdirigente popular cuenta en un libro su agitado paso por la política

San Gil es un extraño caso. No necesita promoción ni asesores. Ese siempre ha sido su fuerte y lo sigue siendo. Transmite autenticidad. Pero también muchas contradicciones y una imagen inflexible. Lo sabe: "No ando con estrategias". La disculpa alimenticia del libro, "no trabajo y siempre viene bien un ingreso, que he rechazado muchas cosas", le ha permitido poner "punto y final" a un trayecto político: "No puedo tener rencor porque no tengo memoria".

Ahora se ve feliz. A los 46 años, con un marido con el que lleva 18 años casada y 31 ennoviada, al que mima con guisos de su madre y con plena dedicación a sus dos hijos (Íñigo, de 13 años, y Luisa, de 11). Está en forma. Olvidado el cáncer de mama, corre mucho y juega al golf con las amigas.

Pero, claro, con una dicha incompleta. Mira para adelante y ve que en San Sebastián, "donde los asesinos han matado a 100 personas que conocía", va a gobernar desde ya Bildu. No lo quiere soportar: "Yo no puedo vivir en mi ciudad con un alcalde de Bildu. Mi marido y yo discutimos si marcharnos a Salamanca, donde estudié, o a Madrid, donde él quiere y tiene más opciones laborales".

Bildu, Sortu, la izquierda abertzale, Batasuna, Otegi y los casi 300.000 votantes que les respaldaron de forma récord en las últimas municipales, son y serán para San Gil siempre lo mismo. Los malos: "Lo llevan en el ADN". Acepta otras opiniones, pero ni las comparte ni las respalda. Cree que PSE y PP se han entregado, que les han dado alas y que lo pagarán caro dentro de dos años con la pérdida del Gobierno autonómico.

Come algo. Muy rápido, como habla. Llegan los platos ("no soy carnívora, pero me encanta este tartare") y se los zampa. Ni siquiera el restaurante es aleatorio. Lo regenta Vicente Lorente, antiguo colaborador de Gregorio Ordóñez y Elena Azpiroz, sus míticos antecesores en el PP guipuzcoano. Todo responde a un mandato.

"Me duele que digan que soy autoritaria. Ni fui Agustina de Aragón ni Juana la Loca. A lo peor un poco impaciente y con una salida estrepitosa, pero no había otra manera. Cuesta entender lo simple. No me fui por una aventura. El PP de Rajoy no es mi partido". También se confiesa religiosa y madre estricta en la educación, pero no dura: "Liberal pero no a favor de los asesinatos del aborto. También decían que no sé negociar, ¡que se lo pregunten a mis hijos!".

"No soy mujer de grises", dice María San Gil.
"No soy mujer de grises", dice María San Gil.SANTI BURGOS

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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