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Entrevista:ALMUERZO CON... DANNY GLOVER

"La televisión sólo transmite una idea: consume, consume"

Toni García

Hay algo en él que infunde respeto. No son sus inmensas manos, ni su voz rugosa, como si esta, antes de aterrizar en su garganta, hubiera estado tomando cuerpo en una barrica. Tampoco es su rostro, el de alguien que acarrea el peso de ser uno de los símbolos de su comunidad en Hollywood; ni siquiera el hecho de que parezca no estar en el mejor momento para una entrevista, recién levantado de la siesta y concentrándose para la escena que protagonizará en media hora. No, hay algo más, que parece imposible definir pero que resulta claro desde el momento en que este actor de talento descomunal abre la boca por primera vez para decir algo al periodista, recién llegado a su caravana en el rodaje: "No pises la moqueta".

El intérprete niega el determinismo de la industria: "Es el actor quien se autodefine"

Danny Glover (1946, San Francisco) mira con desgana dos platos de pasta y dos raciones de albóndigas. Con un gesto le indica al entrevistador que proceda a comer su parte. A él, el catering del rodaje no parece convencerle demasiado. Aun así, somnoliento y sin hambre, el decano afroamericano de la actuación se arranca solito con la charla, sin pregunta previa, ni nada que se le parezca. "¿Sabes? He estado muchísimas veces en España: Madrid, Barcelona, Córdoba, Granada, Pamplona, San Sebastián, Bilbao... la conozco muy bien". Glover rememora su tour nacional desde la localidad barcelonesa de Esplugues de Llobregat, donde rueda De mayor quiero ser soldado, a las órdenes del realizador Christian Molina. "Bueno, acepté el papel porque siempre estoy buscando relaciones con cineastas que me saquen de mi mundo, de mis experiencias anteriores. Ahora bien, no habría venido si la historia no me pareciera valiosa", reflexiona entre bostezo y bostezo.

Por lo que ha trascendido, la película habla del papel de la televisión en la sociedad contemporánea: "Trata del impacto de la televisión y del efecto que la violencia tiene en los niños, ya que sus mentes son susceptibles y maleables. Habla de cómo ese aparato les despierta el apetito por una serie de cosas, cosas terribles... Habla de cómo nos relacionamos con la violencia. Y de cómo nos inmunizamos ante la devastación y la tragedia. "Sinceramente, déjame decirte que la televisión se ha convertido en algo terrorífico, algo que irrumpe en las mentes de nuestros hijos mucho antes de que sus sistemas de valores se hayan formado y sólo transmite una idea: consume, consume, consume", dice Glover, con un poso de enfado en la voz.

El intérprete debutó en el cine con un pequeño papel en La fuga de Alcatraz (Don Siegel, 1979), se hizo popular por la trilogía de Arma letal y a sus 63 años sigue actuando como si le fuera la vida en ello: "La carrera de un actor tiene muchos plazos, muchas posibilidades, muchas etapas y está limitada por fuerzas que no controlas. Hay que tener una cosa muy clara: la industria no te define, tú te defines a ti mismo como actor a través de la relación que tienes con la industria: según las elecciones que tomas y la comprensión de la verdadera naturaleza de tu trabajo. Mi carrera no existe en el vacío, existe en un contexto social y político que tiene consecuencias. Eso es algo que no hay que perder nunca de vista". Dicho esto, alguien llama a la puerta: es el turno de Glover.

Su pasta y sus albóndigas siguen allí, intactas, y su moqueta -huelga decirlo-, impoluta.

Colegio Alemán de Esplugues de Llobregat

- Dos platos de espaguetis al pesto.

- Dos platos de albóndigas a la jardinera.

- Un flan de vainilla.

Cortesía de Canónigo Films.

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