La transición

Hay padres y guías predilectos de la Santísima Transición que ahora amonestan a diario a aquellos que no se atienen al programa. ¿Qué programa? Pues no lo sabemos. Tal vez todavía rige un programa secreto para la transición española, y los ciudadanos, o desciudadanos, en este caso, no sabemos si se asemeja a una versión autóctona de El fin de la historia del lince Fukuyama o está encriptado en el reglamento de Mira quién baila. Algunos de nuestros cascarrabias transitorios me recuerdan a esos curiosos personajes que en los viajes colectivos se erigen de repente en líderes excursionistas. Suelen ser personas resolutivas, con un don especial para el banderín de enganche y con vocación de GPS. Pero hay también una clase de decisionistas que se incomodan mucho y hasta pierden los estribos cuando otras personas no comparten su particular hoja de ruta. Ni las paradas, ni el menú. Por ejemplo, hay que desmontar algunas de las leyendas establecidas sobre la transición, como esa noria mediática del descuartizamiento territorial y el caos babélico. Todos los estudios serios están indicando lo contrario. El cuasi-federalismo de la Constitución ha reducido desigualdades e integrado más a España. Pese a la facción terrorista, hoy existe una demanda de espacio común y un nivel de confianza básica mucho mayor que hace un cuarto de siglo. Otra distorsión es presentar como un descarrilamiento, un "desbarre" se escribió también, lo que es un imperativo legal para la Justicia y para el Estado español, después de años de incomprensible dejación. Los crímenes del franquismo no sólo son un agujero histórico, sino un caso vigente, descomunal, de "inseguridad jurídica" para miles de víctimas desaparecidas y sus familiares. El auto de Garzón claro que tiene un sentido simbólico, además de su valor jurídico. Salva a la Justicia. Debería acompañar a la Constitución como anexo. Y los profesores de ética, divulgarlo en la escuela. Aunque fuese en inglés.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
El temporal deja inundaciones en Málaga y mantiene en aviso naranja a cuatro provincias
Una oposición desnortada en la Comunidad Valenciana
Claves de la reunión de Trump y Zelenski para consensuar el acuerdo de paz en Ucrania
La política de hijo único castiga a China: por qué la caída de la natalidad preocupa cada vez más al Gobierno
Lo más visto
- Los grandes derrotados del Gordo de Navidad de Villamanín, 15 jóvenes de entre 18 y 25 años: “Hoy hemos perdido amigos”
- Acuerdo en Villamanín por el Gordo sin repartir: la comisión de fiestas cede más de dos millones por la paz del pueblo
- El alpinista Simone Moro sobrevive a un infarto a 5.000 metros y anuncia la creación de un servicio de rescate aéreo en el Karakoram de Pakistán
- Junqueras avisa de que la recaudación del IRPF es “imprescindible” para negociar los presupuestos de Sánchez e Illa
- Desaparecidos cuatro españoles de una misma familia de Valencia en un naufragio en Indonesia




























































