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El payaso Monti revive en el Grec

El festival estrena el espectáculo póstumo de Joan Montanyès fallecido en 2013

Joan Montanyès (en el centro) en 2008, durante uno de sus espectáculos.
Joan Montanyès (en el centro) en 2008, durante uno de sus espectáculos. tejederas

La nostalgia no tiene por qué ser triste, y menos si es para revivir la memoria de un payaso. Por eso, el espectáculo Rhum (Teatre Lliure, del 24 al 26 de julio) rendirá homenaje al fallecido Monti (o Joan Montanyès, como se llamaba la persona que el payaso escondía) de la única forma posible en el mundo del clown: haciendo reír lo máximo posible. El festival Grec acoge así este proyecto engendrado por colegas del creador de la compañía Monti&Cía, quien murió de un cáncer en mayo de 2013, a los 48 años de edad. Rhum es la culminación póstuma de la obra en la que trabajaba Monti antes de su enfermedad; en ella iba a interpretar a Enrico Jacinto Sprocani (alias Rhum), un mítico payaso de principios del siglo XX cuya jovialidad en la pista contrastaba con una vida personal atormentada. El payaso Rhum murió solo y olvidado en 1953, “al contrario que Monti, que terminó sus días rodeado de personas queridas”, rememora el director del espectáculo y amigo del difunto payaso, Martí Torras. Los clowns Jordi Martínez, Pep Pascual, Joan Arqué, Guillem Albà y Roger Julià son algunos de los intérpretes que actuarán en este homenaje conjunto, encarnando los payasos de la compañía Rhum&Cía.

La obra ‘Rhum’ reconstruye la idiosincracia del universo Monti

Un año después de que la fatalidad truncara el estreno del espectáculo, programado al principio para septiembre de 2013, éste sube a los escenarios reconvertido en un homenaje a quien tendría que haber sido su protagonista, así como al oficio de hacer reír. “Monti es el mejor payaso que ha tenido el país”, proclama Torras, “y lógicamente su ausencia ha condicionado el resultado final de la obra”. El Rhum que actuará en el Lliure no tiene la cara y los gestos de Monti, sino que es un protagonista ausente, “aunque está siempre allí y en algún momento aparecerá”, apuntilla el director. De él sólo sabemos que en cierto momento llama a sus acólitos, los olvidados payasos de la compañía Rhum&Cía, para anunciarles que les ha conseguido trabajo. Tras la excitación y los primeros ensayos comienzan a surgir los contratiempos: Rhum no les acompañará, y a la compañía le falta un augusto, el payaso ingenuo, gamberro, a la vez salvaje y tierno que solía encarnar el mismo Monti. Además, a Rhum&Cía le sobra un carablanca, el payaso listo y racional, contrapunto del augusto.

A parte de las notas de Montanyès sobre Rhum, la obra está construida a partir de una mezcla de elementos recuperados de espectáculos del homenajeado: músicas, imágenes, decorados y vestuarios que pretenden reconstruir la idiosincrasia del universo Monti. La producción requirió una búsqueda exhaustiva de “material arqueológico” que resultará familiar a quienes conocieron a Montanyès. Y a los que no tuvieron la oportunidad “les despertará las ganas de haberle conocido”, aseguró el director, para quien sólo una cosa es segura: “allá donde esté, si nos está mirando, seguro que se lo está pasando teta”.

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