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El Cigala vuelve con 'Dos lágrimas'

Tras cinco años de silencio, el cantaor lanza un nuevo disco de boleros y coplas

El Cigala cotiza sus lágrimas. Ha tardado cinco años desde que, mano a mano con Bebo Valdés, convirtió Lágrimas negras, un disco de boleros y coplas, en un fenómeno comercial del que se vendieron un millón de copias. En este tiempo, Diego El Cigala, predestinado por algunos a ser el sucesor de Camarón en un trono que sigue huérfano, ha seguido explorando la fórmula, creando pequeñas perlas híbridas donde su desgarro flamenco se luce con tantos desamores como pueblan las letras de boleros, coplas y tangos. Parecen hechos el uno para el otro. El resultado se llama Dos Lágrimas, el disco del artista que será lanzado a partir del próximo 15 de junio en exclusiva con EL PAÍS.

Por lo escuchado anoche en el Palau de la Música, donde se está celebrando el festival flamenco de Barcelona De Cajón!, la alianza sigue dando resultado. Del Cigala puede ser el mérito de recuperar Dos Gardenias o Angelitos negros, versiones de letras popularizadas por Antonio Machín incluidas en este nuevo trabajo en el que ha contado con la colaboración de músicos cubanos que ya habían participado en Lágrimas negras como los percusionistas Tata Güines, fallecido hace pocos meses; o Changuito.

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Para cubrir la ausencia de Bebo Valdés, el cantaor madrileño ha recurrido a dos pianistas: el cubano Guillermo Rubalcaba, otro músico perteneciente a esa saga de virtuosos longevos y descubiertos a deshora en España como el propio Bebo o Rubén González, y el catalán Jaime Calabuch Yumitus. El Cigala conoció en La Habana a Rubalcaba, al que definió como "un genio musical de la vieja guardia". Surgió la famosa química que los músicos idolatran.

En esta segunda parte de Lágrimas negras, como reconoce el propio Cigala, hay más toques de jazz latino, más instrumentación y casi casi más salsa. Y hay clásicos populares que suenan flamencos en la voz del Cigala, la voz perfecta para creerse un amorío devastador. Cualquiera no puede llorar a dos amores muertos, que son el tuyo y el mío, sin que suene a guasa o huela rancio. Hasta Diego Moreno Morao, su guitarrista, se arrancó a aplaudirle en una de estas piezas trágicas, casi terroríficas. "Te odio tanto que yo mismo me espanto en mi forma de odiar. Deseo que después de que mueras no haya para ti un lugar. Y el infierno es un cielo comparado con tu alma". Glups. ¿Da o no da miedo la letra de Bravo?

En el Palau, donde le recibieron con calor y le despidieron con entusiasmo, intercaló algunos temas antiguos entre las novedades de Dos Lágrimas, que ha ido desgranando en varios conciertos durante 2007. Presentó la pieza que acompaña la película Y tú quién eres, una incursión en la enfermedad del Alzheimer dirigida por Antonio Mercero, que sonaba a ratos casi como una nana, acompañado por el contrabajo de Yelsy Heredia y la guitarra de Morao, y también La bien pagá, la versión más larga grabada para Lágrimas negras (dura casi nueve minutos).

Y no marginó el flamenco. Se reservó unas tarantas para los ortodoxos, celebradas con aplausos. El Cigala se quejó del calor a menudo, sonrió casi siempre y estremeció mucho porque tiene una voz que, antes que en el oído, retumba en la tripa.

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