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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Juventud, divino tesoro

The Pains of Being Pure at Heart justificaron con solvencia el revuelo creado a su alrededor

El Greenspace cerró su quinta edición haciendo gala de gran solidez, pese a la ausencia de grandes nombres. Buena muestra fue la final de su concurso de maquetas, poseedora de un nivel mucho más alto que el del año pasado, pese a que incomprensiblemente se adjudicase el premio mayor al amanerado y fofo pop anglófilo de los canarios The Birkins, los más endebles en directo de entre los tres finalistas. Mucha mejor suerte merecieron los valencianos Limbotheque, practicante de una efervescente y pizpireta propuesta vintage con guiños a los girl groups de los 60. Ellos se encargaron de abrir fuego antes de que la indigesta fusión de pop aflamencado y electrónica de trazo grueso de los andaluces Fuel Fandango, banda esqueje de Chambao, contrajera méritos para acabar como terceros en discordia para el jurado de Radio 3.

2ª Jornada del Heineken Greenspace

Limbotheque, Fuel Fandango, The Birkins, Atlas Sound y The Pains of Being Pure at Heart. Tinglado 2 del Puerto. Valencia, jueves 19 de noviembre de 2009.

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Música fresca en el puerto de Valencia
Barras y estrellas

Ya metidos en harina de importación, la noche levantó el vuelo con el discurso acústico del talentoso Bradford Cox (alma mater de los norteamericanos Deerhunter) al frente de su proyecto Atlas Sound. A medio camino de la psicodelia medievalista (cercana a Owen Pallett y sus Final Fantasy) y el folk más escarpado, demostró el extraño magnetismo de unas composiciones que invitan a seguirle de cerca.

Hasta que los neoyorquinos The Pains of Being Pure at Heart se encargaron de justificar con solvencia el revuelo creado a su alrededor. Que haya quien les considere la nueva salvación de la independencia yanqui no es culpa suya, ya que ni sus cegadoras melodías envueltas en mantos de distorsión ni su sensibilidad pop son precisamente nuevas. Sí lo es el candor y la desarmante entrega con que acometen una pólvora que ya fue inventada hace dos décadas, y que van desmadejando hasta atrapar sin remisión. Quizá poco singular para quien conozca a sus modelos originales, pero indiscutiblemente vivificante y, por el material nuevo que esbozaron, con un caudal expresivo cada vez más ancho. Y, tal y como sus maestros (My Bloody Valentine, Pale Saints o The Field Mice, entre algunos más), dándole todo el protagonismo al moldeo de su sonido, sin florituras escénicas de cara a la galería. Una aparente falta de nervio que no es tal.

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