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Reportaje:COPA LIBERTADORES

Al fútbol también juegan los niños

En Suramérica debutan chicos menores de 16 años en equipos profesionales y desde Europa se tilda el acto de imprudente

No hace mucho, se escondía en las faldas de su madre cuando oía hablar a Xabier Azkargorta, entrenador del Yokohama Marinos japonés. Por entonces, Pablo Baldivieso era tímido. Eso era en 1998, cuando el técnico dirigía a su padre, el mundialista (1994) Julio César Baldivieso. Ahora, Pablo tiene 13 años recién cumplidos y ya ha debutado en la Primera División boliviana con el Aurora de Cochabamba. Suyo es el récord de precocidad en el mundo. Desde el club, sin embargo, se escudaron en la mala racha deportiva para despedir al técnico, que era el padre del niño, que se lo llevó consigo. "La vida continúa. Ahora volvemos al Estudiantes, donde nacimos", esgrimió el padre, menos afectado que el hijo. Los entrenadores europeos, en cualquier caso, tildan el acto de imprudente y poco probable en el continente. Entre otras cosas, porque la ley lo prohíbe. En España, por ejemplo, un futbolista puede jugar en un equipo profesional a partir de los 15 años y sólo puede tener ficha si supera los 16.

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Aunque en Europa hay casos de precocidad, ninguno es tan extremo. Se quedan en 16 años. A esa edad, Seedorf jugaba con el Ajax, Rooney asustaba con el Everton, Caneira recorría la banda en el Sporting de Lisboa, Nuri Kazim marcaba con el Wolfsburgo, Lennon despuntaba con el Leeds y Milner goleaba con el West Ham. Esta temporada, además, debutó en el Athletic Iker Muniain (16 años, 7 meses y 11 días), en la previa de la UEFA contra el Young Boys. "En Europa es complicado que se batan los registros de precocidad porque los cuerpos técnicos respetan la formación de los jugadores", resuelve Eduardo Domínguez, preparador físico del Deportivo de la Coruña. "En Italia sólo Maldini fue capaz de jugar a los 16 años y mantenerse hasta los 40", argumenta Daniele Tognaccini, preparador físico del Milan. "Para afrontar la Serie A, hay que estar desarrollado en el apartado fisiológico y biológico", añade Mario Beretta, ex técnico del Parma, entre otros. Ernesto Valverde, técnico del Villarreal, hizo debutar a un joven en su anterior etapa en Grecia, cuando dirigía al Olympiakos. "El chaval tenía 17 años y estaba maduro en lo físico. Se trata de jugar con futbolistas hechos", conviene. Así lo entiende Albert Benaiges, responsable del fútbol base del Barça: "Siempre que hay jugadores buenos y preparados, les hacemos quemar etapas. Pero debe estar desarrollado del todo porque si no puede salir perjudicado". Y lo reafirma Rodolfo Borrell, técnico de Messi en las categorías inferiores azulgrana y ahora del Liverpool sub-18: "Leo era un fenómeno con 13 años, pero no le hacías jugar con los grandes porque se corrían demasiados peligros para su formación". Messi, precisamente, es el ídolo de Baldivieso.

En Suramérica se tiene más prisa. Un buen racimo de chicos ha jugado con menos de 16 años al más alto nivel. Azkargorta tiene una explicación. "Es el pasto alto", señala; "allí la hierba está muy alta y el ritmo de competición es menor". Juan Carlos Garrido, responsable de la cantera del Villarreal, amplía: "Los mejores de Suramérica están en Europa. Por eso allí hay más oportunidades para los jóvenes". Pero a nadie de Europa le parece bien acelerar tanto.

"Existe un gran riesgo de lesión. Hay que cambiarles los entrenamientos", desvela Feliciano Di Blasi, preparador físico del Espanyol. "El riesgo es alto", interviene Tognaccini; "porque existe el estrés físico". No parece distinto en el plano psicológico. "Tan jóvenes no están ni física ni emocionalmente preparados para competir con personas adultas", apunta José Carrascosa, experto en psicología del fútbol. "Inconvenientes hay muchos", añade Oliver Martínez, psicólogo deportivo, "porque el chaval deja de aprender todo el recorrido pedagógico necesario en su etapa evolutiva, los valores del deporte, incluso el desarrollo psico-motor, y nos encontramos con un niño que cuando acabe su periplo deportivo no tendrá amigos de su edad ni un nivel cultural óptimo para afrontar las exigencias de la sociedad actual". Y remata José Manuel Sánchez, recuperador y psicólogo deportivo: "Es imprudente, le puede causar un estrés acumulativo y puede proporcionarle trastornos psicológicos".

El caso de Baldivieso, sin embargo, es extremo pero no único en Suramérica. Y Europa, aunque crítica, mira de reojo al continente al otro lado del charco, pendiente de fichar cualquier chaval que despunte.

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