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Rienda, en busca de un milagro gigante

La única esquiadora española en la élite desde los hermanos Fernández Ochoa compite en sus quintos Juegos con el sueño casi imposible de brillar tras dos gravísimas lesiones de rodillas

El 20 de febrero de 1992, Blanca Fernández Ochoa consiguió la medalla de bronce en el eslalon de los Juegos de Albertville. Bajo la mirada aún de su hermano Paco, oro en los de Sapporo 72, ponía el broche a su carrera con un podio olímpico en sus cuartos y últimos Juegos. Cerraba asi una trayectoria solitaria en la élite que lo merecía sobradamente. Hoy, María José Rienda, la única esquiadora que en los largos 18 años siguientes pudo acercarse también en soledad a su nivel en medio del raquítico deporte invernal español, buscará un milagro médico y deportivo en el gigante de Vancouver. Una medalla casi imposible, tras dos gravísimas lesiones de rodilla, pero que premiaría también en sus quintos y últimos Juegos, a los 34 años, tanto su calidad como su perseverancia pese al infortunio.

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María José, la española con más victorias en la Copa del Mundo, seis, por encima de Blanca, debutó en Lillehammer 94 modestamente, como en Nagano 98, y logró un espléndido sexto puesto en Salt Lake City 2002, que supo incluso a poco pues había hecho el tercer mejor tiempo en la primera bajada. Pero el futuro era suyo.

Todo prometía la medalla para los siguientes Juegos de Turín 2006. Pero cuando llegaba en su mejor momento, con 28 años llenos de experiencia y cuatro triunfos en pruebas de la Copa del Mundo, dos de ellos apenas unos días antes, una mala primera manga arruinó sus esperanzas. Tras mejorar en la segunda, pasó a los archivos de clara aspirante a alguna medalla a un decepcionante 13º lugar.

Nueva desilusión, pero aún quedaba Vancouver y un panorama abierto para más éxitos en la Copa del Mundo y Campeonatos Mundiales. La desgracia, sin embargo, se cebó en ella. Pasó tres temporadas prácticamente lesionada. Se rompió las dos rodillas. Primero la terrible triada en la derecha y después el ligamento cruzado anterior de la izquierda.

Cualquier deportista hubiera tirado la toalla, pero ella no. De carácter alegre, pero retraída, modesta y en apariencia frágil, demostró tener un enorme coraje para intentar recuperarse. Quizá no le ha dado tiempo. Ella misma ha confesado que un mes más le hubiera venido mejor.

Los comienzos de temporada de la Copa del Mundo no fueron buenos, y ni siquiera logró meterse entre las 30 primeras esquiadoras en las primeras mangas que pueden disputar depués las segundas. Sólo en enero, en la carrera de Cortina d'Ampezzo empezó a encontrarse mejor. Siguió entrenándose en Italia, país de su entrenador, Valter Ronconi, con parte del equipo transalpino, y sólo llegó el pasado miércoles a Whistler, pues todo se lo juega a una carta. Pero conviene recordar que ni siquiera se clasificó por su puesto en el ranking, porque no ha tenido resultados para recuperarlo, sino por el cupo de plazas que ofrece la federación internacional.

Incluso se llegó a criticar en el mundo del esquí que quitara un puesto a otro esquiador. Pero la triste realidad española es que salvo Carolina Ruiz, que tampoco ha brillado especialmente, ningún otro tiene posibilidades de meterse ni entre los 20 primeros en cualquier prueba. Por una vez, como premio y por una veteranía y clase que podría ofrecer algo, es perfectamente válida la presencia de Rienda en los Juegos. Aparte de que se podría rentabilizar toda lo invertido en un preciado juguete roto demasiadas veces.

La única ventaja es que no tendrá más presión que la nostalgia de lo que pudo ganar y perdió en su momento. Todo lo que consiga ahora será positivo, porque no se le puede exigir nada, como sucedió en Turín. La prueba, además, se presenta muy abierta, con las dos Kathrin, la alemana Hoelzl y la austriaca Zettel como principales favoritas al haber dominado la temporada en la Copa del Mundo. Pero amenazadas por las veteranas Tina Maze, la eslovena que ya fue plata en el supergigante, y la finlandesa Tina Poutiainen. Y sin olvidar a las incombustibles estadunidense Julia Mancuso, sorprendente oro ya en Turín y doble plata aquí en Vancouver, en el descenso y la supercombinada, en la que fue bronce la polivalente sueca Anja Paerson. Rienda descenderá con el dorsal 33, muy atrás, ya que al no haber puntuado en Copa del mundo esta fuera de las 30 mejores.

María José, en cualquier caso, ha anunciado ya que seguirá un año más, hasta los próximos Mundiales de Garmisch-Partenkirchen (Alemania), pero con su participación en Vancouver se une al selecto grupo de los deportistas españoles con más Juegos disputados. Sólo la superan el waterpolista Manel Estiarte, plata en Barcelona (tras una frustrante prórroga con Italia), pero oro después en Atlanta 96 y el jinete Luis Antonio Álvarez Cervera.

María José Rienda
María José RiendaEFE

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