_
_
_
_
_
BALONCESTO FEMENINO

En busca del espíritu del Dorna

El Ros Casares es el anfitrión de la final a cuatro de la Euroliga, 13 años después de que el Dorna Godella ganara el último título europeo para un equipo español de baloncesto femenino

Amaya Valdemoro (Madrid, 1976) ganó su único título europeo cuando tenía 16 años. Fue en el año 1993 en Llíria (Valencia), a pocos kilómetros de donde, meses atrás, aquella adolescente espigada se había convertido en profesional con el Dorna Godella. Desde entonces, ningún equipo español ha vuelto a ganar la Euroliga. Hoy, 17 años más tarde, la final a cuatro europea vuelve a Valencia y Amaya estará allí, todavía de corto y con el gusanillo de las grandes ocasiones. "Pese a la experiencia, la ilusión ante un partido importante no se pierde", reconoce.

La triple campeona de la WNBA vestirá ahora la camiseta del Ros Casares, heredero de aquel Dorna que conquistó Europa en dos ocasiones. Al otro lado le espera el Wisla Can-Pack de Cracovia, rival en la semifinal (Eurosport2, 20.45), además de los dos colosos rusos: el Ekaterimburgo y el Spartak de Moscú, que se juegan antes el pase a la final (Eurosport2, 18.30).

Más información
El Ros Casares llega a la final de la Euroliga

"Entre los equipos rusos juntan a las 12 mejores jugadoras del continente", reconoce Isma Cantó. El técnico del Ros Casares recuerda el revuelo que se formó en su localidad, Llíria, hace 13 años cuando el Dorna ganó su segundo título europeo consecutivo. Pero, por entonces, él estaba a otra cosa. Entrenaba a jóvenes en las categorías inferiores del Pamesa Valencia, de donde pasaría al Gandia Básquet (LEB1). Allí fue a buscarle el Ros Casares hace dos años para que se hiciera cargo de un equipo veterano que venía de ganar las dos últimas Ligas.

Era su primera experiencia en el deporte femenino y le daban la llave de un vestuario forrado de nombres de peso. "He de reconocer que era un reto difícil porque el grupo está lleno de jugadoras con muchísimo nivel y experiencia internacional", confiesa Cantó. Aunque la cautela le duró poco. "Me llevé una gran sorpresa al comprobar la motivación con la que volvieron las jugadoras a entrenar diez días después de los Juegos de Pekín [donde España cayó en cuartos contra Rusia]. Desde el primer día el ambiente de trabajo ha sido buenísimo", reconoce.

La temporada pasada el Ros Casares ganó la Liga y la Copa y ésta ya han repetido con la Copa y están clasificadas para los play-offs de la competición regular, con un vestuario que supera los 30 años de media. Ocho de sus jugadoras suman 18 finales europeas y sólo Anna Montañana, que la temporada pasada debutó en la WNBA, se estrenará esta tarde.

Marta Fernández, compañera de selección durante años de Montañana y Valdemoro, jugará también su primera final a cuatro, pero lo hará con la camiseta del Wisla Can-Pack Cracovia, tres años después de haber aterrizado en Polonia. "Para mí va a ser un partido muy especial. No sólo porque regreso a España, sino porque voy a jugar contra el club con el que debuté como profesional con 17 años", comenta al teléfono la hermana de Rudy antes de viajar a Valencia, donde jugó durante cinco temporadas. También será un día especial para su entrenador, el español José Ignacio Hernández que este año se estrena como entrenador del Wisla y como seleccionador absoluto. Será la primera vez que dos entrenadores españoles se enfrenten en los banquillos de una fase final de la Euroliga. El salmantino, que ya dirigió el año pasado al Perfumerías Avenida en la final a cuatro disputada en Salamanca, ha conseguido que su equipo se convierta en la sorpresa de la competición.

Alcanzar la final sería histórico para las polacas, aunque también para las valencianas. Valdemoro, superviviente de aquel Dorna del 93, avisa: "Tengo muy claro que con los años soy mucho mejor jugadora que antes".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_