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El Olympiakos derriba la muralla del Partizan

Los griegos serán los rivales del Barcelona en la final

Con mucho sufrimiento y una buena dosis de suerte, será Olympiakos el rival del Barça en la final de mañana. A pesar del favoritismo que le daba su trayectoria y la capacidad de una plantilla formada a base de talonario, a la hora de la verdad necesitaron casi un milagro para no quedarse en blanco. Con el marcador empatado a 65 y treinta y cinco segundos por jugar, los griegos atacaron con todo el miedo del mundo.

Después de pasarse la pelota para ver quién era el guapo que se la jugaba, al final la terminaron perdiendo. El eléctrico base del Partizan McCalebb se fue como un tiro hacia la canasta rival para anotar una canasta que podía haber sido definitiva, cosa que consiguió cuando restaban seis segundos. Iannakis pidió tiempo muerto. El dilema estaba claro. Buscar dos puntos y una prorroga o intentar un todo o nada. Teodosic optó por esto último, pero su tiro fue malísimo. Tan malo que no tocó ni aro por lo que pudo ser aprovechado por Childress para palmear y encontrarse con la prorroga.

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En los cinco minutos de prolongación fue Bourousis el héroe al capturar tres rebotes ofensivos consecutivos que unidos a la tranquilidad mostrada en el tiro libre por Teodosic terminó por decantar un magnífico partido que todavía y ante un imperdonable error de la defensa griega, pudo empatar de nuevo Rasic al serle permitido un triple en muy buena posición. Pero el tirador serbio no estaba fino. Al 0 de 5 en triples añadió un último error.

El Olympiakos estará en la final, pero si algo engrandeció el partido fue la resistencia del Partizan a partir de la muralla que forman sus hombres altos. Empezando por Vranes (2,29) y siguiendo por Maric (2,11) Vasely (2,10) que dejan en bajito al norteamericano Roberts (2,06). Desde las dos primeras jugadas en las que Schortsianitis se llevó dos tapones, Olympiakos se dio cuenta que debajo del aro no iba a sacar mucha tajada ante las torres que por ahí andaban, aunque los problemas de Vranes desde el principio con las faltas personales permitió que en algunos momentos Schortsianitis hiciese faena.

El partido no tuvo dueño hasta el final. A cada momento en el que Olympiakos iba a terminar por imponer la lógica gracias sobre todo a Kleiza y Childress, respondía Partizan cada vez de forma más agónica, pues sus fuerzas y la fiereza con la que se empleaba la defensa griega hacia parecer imposible el alargar la igualdad. Pero siempre terminaban encontrando la fórmula. Con la velocidad de McCabban, los tiros de Kecman o el trabajo de Maric. Olympiakos necesito de todos y cada uno de sus recursos para no verse abocado al fracaso. Desde la explosividad de Childress, que por momentos se tornó omnipresente, al poderío de Kleiza, pasando por el baloncesto barriobajero que tan a la perfección representan Bourousis o Vasilopoulos.

Al final no hubo sorpresa. Bueno, haberla sí que la hubo. La heroica resistencia del Partizán. Hasta el domingo no se le pase el susto al Olympiakos

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