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Purito ataca en la 'pared' de El Escorial y se viste de rojo

El ciclista de Katusha gana la etapa y aventaja en 45 segundos en la general a Nibali, que no pudo seguir su ritmo en la última subida

Un tramo de subida con un 28% de desnivel es casi una pared. Una pared que ha escalado el ciclista Purito Rodríguez, que ha podido con las durísimas rampas del último kilómetro de la jornada de hoy, con final en El Escorial. El ciclista del Katusha ha ganado la etapa y ya es el nuevo líder de la general, después de que Chavanel, que portaba el maillot rojo, se desfondase y perdiese más de un minuto. Purito remató con su victoria un excelente trabajo de su equipo, que controló la carrera con firmeza, controlando que nadie se escapase. Además, el ciclista catalán metió 32 segundos -más la bonificación de 20 segundos por la victoria- al italiano Nibali, que cedió en la subida y ahora está a 45 segundos en la general. El otro italiano, Scarponi, que fue el primero en atacar en las últimas rampas, está a 51 segundos de Purito. Igor Anton, que en las últimas etapas había dado muestras de debilidad, se recuperó y llegó con el grupo a la meta. Aún así, ocupa el puesto 31 de la general, a casi tres minutos y medio del líder.

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La dureza del muro final se acentuó porque los ciclistas llegaron allí muy castigados y con las fuerzas al límite. Antes de la última subida, tuvieron que superar cuatro puertos, uno de primera categoría, dos de segunda y uno de tercera. Muchos corredores, además, rodaban magullados tras la montonera que se produjo en el sprint de ayer. Solo la meteorología dio tregua, puesto que la temperatura no eran tan agobiante como la de días atrás. El panorama, aunque duro, no desanimó a algunos, que buscaron la escapada desde el inicio de la jornada. Matteo Montaguti (AG2R), Adrián Palomares (Andalucía-Caja Granada), Heinrich Haussler (Garmin) y Julien Fouchard (Cofidis), que se metió en una fuga por segundo día consecutivo, cogieron la escapada buena y llegaron a tener más de ocho minutos de renta. Los segundos de bonificación que hay en la llegada, sin embargo, son los mayores enemigos de las escapadas y en los planes de los favoritos no entraba regalar nada. Por eso, el Katusha de Purito se puso enseguida manos a la obra para que nada fallase y la diferencia fue bajando hasta que los cuatro escapados fueron alcanzados por el pelotón.

El ritmo impuesto por el Katusha, que llevo sólidamente la iniciativa, y la dureza de los puertos fueron pasando factura. La carretera se convirtió en un reguero de ciclistas que iban cediendo y perdiendo contacto con el grupo principal, pero ente ellos no había ningún favorito. Por delante, Carlos Barredo, asturiano del Rabobank que el año pasado triunfó en los Lagos de Covadonga, aprovechó las rampas del tercer puerto, de segunda, para dejarse ver con un ataque tímido pero que demostraba que la guerra se podía desatar. Poco después, Txurruka (Euskaltel) consiguió despegarse del grupo y arrastró con él a Kohler (BMC), al que luego sacó de punto. El ciclista vasco se fue entonces, solo hacia la meta, pero el Katusha no dio opción a insumisiones y terminó alcanzándolo. En el Alto de San Lorenzo, se volvieron a suceder los ataques, -especialmente duro fue el de Madrazo (Movistar)-, pero el equipo de Purito, una apisonadora, no dio tregua. En las últimas rampas, el líder, Chavanel, no pudo más y explotó, despidiéndose del maillot rojo que ha vestido en los últimos cuatro días. Scarponi desató la guerra, pero Purito respondió con tal dureza al ataque del italiano que dejó a todos detrás. Solo le quedaba levantar los brazos tras un gran trabajo individual y de su equipo.

Después de la paliza, los ciclistas dormirán hoy muy cerca de Madrid, la ciudad en la que terminará, un año más, la última etapa. Pero para ese día aún quedan por delante muchos kilómetros, puertos, pedaladas y sufrimiento. La Vuelta ha rozado Madrid, pero ha sido solo un espejismo.

JOSÉ MANUEL VIDAL (EFE)

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