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La investigación senatorial sobre el ex general Haig enfrenta a demócratas y republicanos de EE UU

La segunda jornada de las audiencias senatoriales que deben ratificar al ex general Alexander Haig en su nuevo puesto de secretario de Estado norteamericano versaron sobre el acceso a las cintas magnetofónicas del asunto Watergate, que cubren el período de tiempo que va desde finales de mayo a mediados de julio de 1973. Dichas cintas contendrían, al parecer, las conversaciones entre el por entonces presidente Richard Nixon y el general Alexander Haig, que ocupaba el cargo de jefe de Gabinete en la Casa Blanca.Mientras el Comité de Relaciones Exteriores, presidido por el republicano Charles Percy e integrado por una mayoría republicana de nueve miembros, ante ocho demócratas, discutía en relación con la necesidad de contar o no con las cintas, el general Alexander Haig escuchaba, con cara seria, la polémica senatorial que, planteada por los demócratas, desea clarificar cuál fue el papel exacto que representó Haig durante el «escándalo Watergate».

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El material reclamado por los demócratas se encuentra calificado como «confidencial» en los archivos nacionales. Sólo una decisión presidencial, por parte de Carter hasta el día 20, o Reagan después, puede permitir el acceso senatorial a las codiciadas cintas magnetofónicas.

Excepcionalmente, el Comité de Relaciones Exteriores continuó la audiencia durante, la jornada del sábado -y continuarán el próximo lunes- para ganar tiempo en un asunto que debe quedar resuelto en el curso de la próxima semana. El presidente electo, el republicano Ronald Reagan, tomará posesión,de su cargo el próximo martes, día 20.

Audiencias abiertas al público

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Las audiencias senatoriales (Hearings) son un verdadero ejemplo de democracia directa, abiertas al público y transmitidas íntegramente -por el canal de televisión pública norteamericana. Aunque el caso de Haig es el más espectacular, el conjunto de ministros del nuevo Gobierno debió someterse al mismo ejercicio, de acuerdo con los principios constitucionales norteamericanos.

Antes de entrar en el tema de fondo de la audiencia de Haig, el Watergate, el casi seguro nuevo titular en la cartera de Relaciones Exteriores norteamericanas respondió a las múltiples preguntas de los senadores sobre los principales temas, de la política internacional.

Las relaciones EE UU-URSS centraron la filosofía global del general-diplomático en sus múltiples aspectos de intercambios comerciales, tecnológicos, embargo norteamericano para la venta de cereales, continuidad de las conversaciones de desarme y necesidad de demostrar a la Unión Soviética que no se puede continuar hablando de distensión e intervenir militarmente en Afganistán.

Respecto al peligro de un ataque nuclear entre las dos superpotencias, Haig afirmó que en EE UU «debemos estar siempre preparados para hacer frente a un ataque nuclear soviético».

Las relaciones con la URSS serán el capítulo prioritario de la nueva política exterior norteamericana. No en vano se prevé que Haig nombre como secretario de Estado adjunto al embajador Walter Stoessel, experto en temas soviéticos y países del Este. Lawrence Eagleburger, actual embajador de EE UU en Yugoslavia, podría ocupar el cargo de director para Asuntos Europeos en el Departamento de Estado.

América Latina, y en particular Centroamérica, fue objeto de críticas por la política llevada a cabo durante la Administración Carter, sobre todo por la confusión entre, el deseo de aplicar un respeto de derechos humanos «comparable a los esquemas occidentales» y el pragmatismo que impone el peligro de penetración terrorista y marxista en la zona.

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