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Reportaje:Gente

Crece en Europa el prestigio de la institución monárquica

Los gastos de mantenimiento del yate de Isabel II de Inglaterra le cuestan más al ciudadano británico de lo que supone el presupuesto de la Casa Real española. Los gastos operativos del rey de Suecia son aún inferiores, y hace pocos años, el príncipe Harald de Noruega (el heredero) tuvo que pedir un anticipo para reparar el tejado de su casa.No es que se haya llegado a la pauperización de la realeza en el continente europeo, sino que sus reyes, sus príncipes reinantes y sus grandes duques, a la hora de exigir pompa y gloria, son por instinto y evolución mucho menos espléndidos y mucho más circunspectos que la corona británica.

Sin embargo, son igual de populares. En una época en que la confianza en los políticos se ha erosionado, la relativa modestia y el sentido de continuidad de las casas reales del continente europeo han aumentado probablemente su influencia en los últimos años. Desde el rey Juan Carlos de España, cuya importancia política es superior a la de los otros monarcas occidentales, al rey Carlos Gustavo de Suecia, el cual dice que posiblemente tenga menos poder que el resto de sus pares, hay claros indicios de que la monarquía significa hoy para mucha gente más que en las décadas de expansión posterior a la segunda guerra mundial.

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En el caso de España, el rey Juan Carlos constituye desde su acceso al trono, en 1975, un símbolo del cambio democrático en el país. Técnicamente, el gran duque Jean de Luxemburgo tiene mayor control sobre las vidas de su pueblo. Según Carlos Gustavo, el éxito del Monarca español parece haber influido en la actitud general hacia la monarquía.

Aunque en la mayoría de los países los intentos para medir de forma precisa la popularidad del rey se consideran como algo próximo a un delito de lesa majestad, hay indicios que sugieren un mayor aprecio a la monarquía.

Los holandeses parecen no dar importancia al desconcierto que siguió a las implicaciones del príncipe Bernardo en el escándalo de la Lockheed. Un año más tarde, el príncipe fue votado como hombre del año por una asociación de hombres de negocios de los Países Bajos por su trabajo en la promoción del comercio. En la vecina Bélgica, la continua sucesión de Gobiernos y las batallas entre flamencos y valones han parecido aumentar un viejo cliché: que el rey Balduino es el único belga. Una encuesta realizada en Suecia -en la que se evitaba cuidadosamente la pregunta "¿aprueba usted al monarca?"- mostraba que el rey y la reina inspiraban un tercio más de confianza que el resto de las figuras públicas del país.

Lo que tienen en común los reyes continentales, además de su firme base popular, es su actitud extremadamente cautelosa hacia el ejercicio del poder.

No es que reyes como Juan Carlos y Carlos Gustavo hagan culto de ser como el hombre de la calle, sino una afirmación clara de su desinterés en el lujo desmedido como parte de su estilo de vida. El rey de Suecia vive en diez habitaciones de un palacio de seiscientas y le gusta que la gente lo sepa. Cuando Juan Carlos visitó al general argentino que era jefe del Estado, prefirió vestirse con un traje oscuro a llevar uniforme de capitán general. Tal vez un poco asustado, pero comprendiendo las presiones de la publicidad, Carlos Gustavo dijo de la monarquía británica:"Es más bien una industria".

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