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LA CRISIS DEL DUVALIERISMO

La Iglesia, primera fuerza de oposición en Haití

"No a la servidumbre, sí a la libertad", mensaje de la Conferencia Episcopal

JOSÉ COMAS, ENVIADO ESPECIAL, La Iglesia católica, sobre todo con la emisora episcopal, Radio Soleil, y la predicación de sacerdotes y religiosos, se ha convertido en la fuerza más importante de oposición contra el régimen de Jean Claude Duvalier en Haití. "La Iglesia ayuda a la gente a abrir los ojos. Denuncia la injusticia con los comentarios del Evangelio. Los sacerdotes jóvenes y el obispo de Jeremie, Willy Romelus, no tienen miedo de nada, y, por medio de la predicación del Evangelio, influyen sobre el pueblo", comenta un médico haitiano, que ve en la Iglesia el elemento más sólido de oposición al régimen del presidente vitalicio, de 33 años, que gobierna en Haití desde 1971.

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En su mensaje de Navidad, los siete obispos haitianos llegaron a la conclusión de que es el momento de decir "no a la mentira, sí a la verdad; no a la servidumbre, sí a la libertad; no al egoísmo, sí a compartir; no a la tortura, sí al respeto al hombre, no a la violencia, sí al diálogo; no a la injusticia y al abuso, sí a la justicia; no al odio, sí al amor".Emmanuel Constant, obispo de Gonaives, la ciudad donde estalló, la revuelta el pasado mes de noviembre, cuando la policía duvalierista mató a tres jóvenes alumnos de bachillerato, no quiere hacer declaraciones a la Prensa, y dice que todo está ya dicho en los documentos de la Conferencia Episcopal haitiana. El obispo explica, sin embargo, que la evolución de la Iglesia católica del país se debe a la haitinización de la jerarquía eclesiástica, a la reunión de obispos de América Latina de Puebla, "a la que yo asistí", y al Concilio Vaticano II. Tradicionalmente, en Haití, los obispos eran extranjeros, hasta la llegada al poder de François Duvalier, Papá Doc, el padre del actual dictador. En sus negociaciones con el Vaticano, el viejo Duvalier consiguió que se nombrasen obispos haitianos, que él creía de su confianza y esperaba poder manejar.

Ahora, los mismos obispos nombrados según el antiguo concordato por el fallecido Papá Doc se han convertido en la primera fuerza de oposición al régimen. Algunos en Haití ven en esto el síntoma más inequívoco del fin de duvalierismo, y atribuyen a la Iglesia, y especialmente a los obispos, la intención oportunista de desengancharse de la dictadura en sus momentos finales.

Parece más real la interpretación de que ha sido precisamente la actitud de la Iglesia la que ha contribuido a la actual crisis del duvalierismo en la versión jeanclaudista del presidente Jean-Claude Duvalier.

En un colegio de los salesianos del centro de Puerto Príncipe, unos chicos juegan al fútbol en el patio, mientras otros ensayan cantos religiosos con instrumentos y ritmos caribeños. Las escuelas están cerradas por el Gobierno desde el pasado 7 de enero. El padre Jean-Bertrand Aristide, doctor en teología bíblica de 32 años y profesor del colegio salesiano, no tiene miedo a hablar. "Uno no puede esconderse cuando los jóvenes han salido, tomado las calles y escogido la muerte. ¡Ay del cristiano, y peor todavía del sacerdote, que no asuma el destino de salir con la palabra!", dice.

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El sacerdote dice que "hay que organizar la resistencia contra las fuerzas diabólicas de la violencia institucionalizada. La Iglesia también está en la lucha, y los jóvenes no están solos. La meta es la liberación integral, total".

A la pregunta de qué quieren, Aristide responde: "Queremos un cambio radical. La gente sale a las calles, y circulan los panfletos, lo que era increíble hace meses. Seguirá la sangre, porque vivimos en una corrupción nacional de 28 años. Sería un sueño pensar que se puede hacer ese cambio radical sin sangre. No queremos sangre, pero la habrá. Tendremos sangre y gentes en peligro. Yo soy uno de ellos, pero yo no tengo miedo".

Los sermones del salesiano reúnen en las misas del colegio a mucha gente. Tanta que a veces la misa tiene que celebrarse al aire libre, en el patio, porque los asistentes no caben en la capilla. "Cuando un pastor se da cuenta de que las ovejas son atacadas", dice

La Iglesia, primera fuerza de oposición en Haití

Aristide, "hay que luchar y defenderlas. Tenemos esperanzas. Sólo tenemos la palabra y las armas de la violencia evangélica, que nos hace oponernos a todo lo que es diabólico aquí en Haití. Éste es un Gobierno diabólico, porque hace el mal sistemáticamente, y esto lo diré hasta que la realidad cambie". Aristide no teme por su vida porque "el cuerpo puede morir, pero la verdad nunca muere. Ésa es la verdadera resurrección: la verdad que vive siempre con los que quedan vivos".El líder religioso de¡ movimiento de oposición en la Iglesia es el obispo de Jeremie, Willy Romelus, vicepresidente de la Conferencia Episcopal, en el que muchos ven el monseñor Romero de Haití, en recuerdo al obispo salvadoreño asesinado por la ultraderecha. Romelus es obispo de Jeremie, una ciudad alejada a la que no hay acceso por carretera, pero toma la palabra en otros puntos del país. En el funeral por los tres jóvenes asesinados en Gonaives, el pasado noviembre, Romelus predicó, y sus palabras conmovieron a los asistentes hasta provocar el llanto y los desmayos de emoción.

Expulsión de sacerdotes

El régimen es consciente del desafío que lanza la Iglesia y ha tomado medidas. El pasado 24 de julio, los ministerios del Interior, Justicia y Asuntos Exteriores informaron de la expulsión de tres sacerdotes extranjeros, "en estricta aplicación de las disposiciones de la ley sobre inmigración y emigración". El 5 de diciembre, el Ministerio del Interior y de la Defensa anunció el cierre de Radio Soleil, la emisora de la Iglesia, "por violación de la ley de radiodifusión". A fines de año se levantó el cierre, y la emisora, a la que escucha casi la totalidad del pueblo haitiano, reanudó sus programas informativos, pastorales y de creación de conciencia popular.

En su despacho del Ministerio de Información, el portavoz del Gobierno haitiano, Guy Meyer, declaró al enviado de este periódico: "El Gobierno no tiene el deseo de reprimir a la Iglesia. El Gobierno ha dado muestras de moderación y deseo de diálogo con la Iglesia, pero no se sabe si podrá continuar así. El Gobierno espera que la Iglesia comprenda sus buenos deseos". Sobre la reciente ola de manifestaciones y disturbios, el portavoz piensa que, "aun respetando el deseo de la Iglesia de mejorar la situación de los pobres, no cabe duda de que la Iglesia a menudo quiere echar leña al fuego". Añade el portavoz que "el Gobierno no quiere enfrentamientos, sino un clima de diálogo, y que cada uno respete las competencias específicas de la Iglesia y el Estado".

A la postura decidida y abierta de oposición de la Iglesia católica se sumaron también en Haití las iglesias protestantes, que "no olvidan que tienen un ministerio sagrado que ejercer en este mundo, condenando la violencia, el crimen la injusticia y la opresión".

Curiosamente, en Haití fue la visita del papa Juan Pablo II uno de los factores que sirvieron para acelerar la oposición de la Iglesia al régimen. El Papa dijo en Puerto Príncipe el 9 de marzo de 1983 que "es necesario que las cosas cambien aquí... La Iglesia en Haití debe comprometerse a fondo por el bien de sus hermanos y hermanas, especialmente de los más pobres".

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